Las pintan calvas.


“No hay peor ciego que el que no quiere ver”. Definitivamente la sabiduría popular, o de las abuelitas como le digo yo, nunca falla. Recordando y recordando momentos de mi vida, y con el aprendizaje o la “experiencia” (que no es mucha), que tengo ahora es que me doy cuenta que oportunidades de tener contacto con alguien tuve, y no fueron pocas…

El primero de ellos fue Pancho (Nombre clave). Recién llegado a mi pueblo, fui invitado a una fiesta de Haloween, la cual fue realizada en un Fundo alejado del casco, por lo que fuimos escoltados por el Papá de una amiga de mi hermano (quien no haya entendido que lea de atrás a adelante). La fiesta magníficamente decorada, con calabazas de fantasía, vasos alegóricos, telarañas y demás, adolecía del defecto de tener mala música, por lo que resignado (de todos modos no bailaba mucho), me atrinchere estratégicamente cerca de los pasa palos y comencé la degustación. En cierto momento se me sienta al lado Pancho:

— ¿Tu eres hermano de…? —me pregunto.
—Si ese mismo…

Conversamos un rato sobre las hazañas de mi hermano, y luego sobre las de mi hermana pues el estudiaba en el mismo colegio que ella (que no en el mismo salón, no soy tan asalta cunas)… Recuerdo muy poco de lo que hablamos por que en principio el muchacho me pareció harto fastidioso, además que dejo que se me enfriara unos canapés calientes que pensaba comer… Conversando y conversando y entre el fastidio de la horrible música, el muchacho me empezó a parecer simpático. Estaba extrañado (o fascinado, todo hay que decirlo), que me siguiera a todos lados, incluso jugo billar conmigo luego que los mas exasperados instaron al anfitrión a que abriera un salón donde estaban algunas mesas…

En cierto momento, Pancho me dijo que lo acompañara a la explanada ubicada hacia la parte posterior de la casona… Yo que ya estaba un poco tomado, sin estar acostumbrado a ello, y que además en mi mentepolles extrema ya me había emocionado con el juego, no entendí (si es que había algo que entender) aquella situación que él estaba propiciando… Salimos del salón, atravesamos el amplio corredor donde se desarrollaba la fiesta, tocamos la grama, y poco a poco nos fuimos alejando de la luz del poste que iluminaba esa parte del fundo, camino hacia un árbol de mango frondoso, cuya oscuridad alrededor apenas dejaba ver el tronco. Aún estaba aturdido, y por supuesto que no entendía nada de la situación, pensé que quería orinar o algo así… Y cuando casi llegamos el tronco, sentí su hombro cerca del mió, y dije:

—Chamo ¡Estas loco! Yo se donde quedan los baños, vámonos de aquí.
Tenía 17 años. Aún hoy me lamento por lo olímpicamente gafo que fui, sólo al día siguiente fue que reaccione. Lo buscaba por todos lados… Pero nunca lo volví a ver, salvo en una ocasión que lo encontré en la calle y yo no tenía tiempo que perder. Años después cuando coincidíamos en fiestas (y ya no me saludaba), pues aquí se ve la misma gente en todas y cada una de las reuniones, me lamente aún más, por que Pancho se había convertido en un triple A, es decir, no tenía desperdicio en ningún lado (Aunque en cierta ocasión mi hermana me comento que no se aseaba muy bien).

Hace poco, lo vi nuevamente en una celebración de 15 años. Descubrí que ya no me importaba en lo absoluto (aunque en esta ocasión si me saludo), y además tuve una revelación que hubiese preferido no descubrir, so pena de seguir pensando que en aquellos años el muchacho quería algo conmigo… En cierto momento mientras cataba si los refrigerios estaban en su punto, observe hacia la mesa donde estaba él. Con una seña invito a otro muchacho, hacia la parte trasera de los baños. No puedo decirles como me sentí en ese momento, no tenía nada en la cabeza, sólo quería seguir observándolos sin que se dieran cuenta, y sin que los que estaban alrededor mió lo notaran. El otro, asintió positivamente y entraron… Demoraron cierto tiempo, y salieron tomándose… La nariz.

No había que ser empleado de Hogares CREA para percibir lo que estaba pasando. El resto de sus acompañantes en la mesa se irguieron ante mi como los muchachos de la plaza que todo el pueblo sabe que necesitan rehabilitación (Definitivamente una chaqueta bien puesta hacer pasar a cualquiera a una fiesta)… Ahora me pregunto: ¿Será que ese día Pancho me estaba invitando a…?

3 comments

Monchis | 12 de marzo de 2008, 13:03

Hola SAndum,

Cuando yo salí del closet, una de las primeras cosas que hice fue un recuento de mi vida y de las personas que hasta ese momento se habían acercado a mi por cualquier circunstancia.... como te imaginarás descubrí unas cuantas oportunidades "desperdiciadas"

Sin embargo yo no le veo así; primero porque no podemos cambiar el pasado y segundo porque yo en ese momento aún no estaba listo.

Salir del closet es como madurar una fruta: cada una lo hace en su momento y en su tiempo, ni antes ni después.

Por eso lo importante es no mirar atrás: tienes el presente para aprovechar y el futuro para acumula experiencias y ser cada día mejor.

Saludos,

Sandum | 12 de marzo de 2008, 21:11

Hola! Primero debo decir que gracias por comentar aqui, pense que era un post pesimo pues es el único en que no había recibido comentarios...

Una vez sacado el trauma anterior, te digo que en realidad no lo había analizado desde ese punto de vista, creo que debo bajar un poco mis impetus y dejar de querer vivir todo de un solo golpe... Gracias!

Daniel Lara F. | 15 de marzo de 2008, 20:42

La mejor oportunidad es la que se materializa y termina bien, no la que se deja pasar por miedo o por poco entendimiento. Quizás te ahorraste una mala experiencia.
Saludos