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De cómo se pone fin a situaciones indeseables de maneras elegantes, y cuando a la larga una de las partes no entiende.


No puedo concebir estar mal vestido en ninguna situación ante terceros que no sean el círculo de mis familiares directos (Sólo mamá, papá y hermanos que vivan conmigo). En mi casa parezco un mendigo, es verdad, pero en la calle ¡Jamás! Debido a esto mucho menos podré asistir a conocer a alguien con fachas que no sean apropiadas. Es por esto que la vestimenta “mata pasiones” de Cheo el día de la “parrilla”, acabo el ápice de ganas que tenia de estar con él, claro eso sin contar las situaciones espantosas que viví en la pseudo parrillada, sobre todo en la parte final. Pese a que algunos les pueda parecer superficial, infantil, sencillamente es lo que sentí y no puedo ir en contra de eso. ¿Acaso me equivoco al pensar que si no te sientes tan bonito, como él tantas veces me dijo, al menos debes hacer un esfuerzo por lucir agradable? ¡Dios! Si las dos veces que he estado apasionado por alguien me he esmerado tanto en verme bien que rayo en los limites de la metro sexualidad. Luego del desastre de las citas anteriores y ante mi etérea indiferencia por mensajes, pero aun así perceptible, Cheo hablo por teléfono:
—Siento que has cambiado desde la última vez que nos vimos.
—No te voy a mentir, si he cambiado.
—Y… ¿Por qué?
—Mira Cheo eres un muchacho bien chévere, me gusta mucho tu forma de pensar, incluso me halaga que me consideres lindo, pero, no puedo estar contigo.
—Yo se que dije que no iba a insistir mas con el tema… —Se refería al noviazgo, sutilmente le había manifestado ya, que no iba a suceder— Pero es que no te puedo sacar de mi cabeza, me gustas demasiado, me gusta todo de ti.

Quizás eso se debía a que no me había visto recién levantado, o cuando se me pierde algo muy querido, o cuando le contesto irónicamente a la gente solo por el placer de hacerlo, o cuando con mi técnica depuradísima ofendo y alabo a la gente en un solo comentario… En fin, muy poco tiempo para ver mis defectos, pero aún así según su percepción yo reunía todo lo que el necesitaba.

—Escucha chamo nuestra interacción ha sido solo por mensajes. Sólo nos hemos visto dos veces, es decir nos conocemos tan poco, y tú me dices que te gusto demasiado. Algo así no entra en mi cabeza.

En ese momento no me entraba en la cabeza. Pero ahora desde la perspectiva de sus zapatos entiendo que a veces a uno le gusta una persona con tan solo verla una vez. No es algo de su personalidad o sus cualidades, es algo físico o pasional, cuando estamos así, las explicaciones y el por que, sobran. Pero en ese determinado momento, mi siempre omnipresente inseguridad no me dejaba entenderlo con claridad.

—Bueno no se que es —puntualizo Cheo—, pero tu me gustas y ya.

Y yo suspirando profundamente, algo típico en mí antes de decir cosas que he estado evitando, ocultando o no queriendo decir, solté:

—Chamo no te puedo dar ninguna oportunidad, ni ningún chance de conocernos mejor… —Y sin dejarlo hablar— ¡Ni nada! Es decir, tú no me gustas, y aunque compartiéramos mucho tiempo, eso no va a cambiar.

No es que yo me crea la última gota de agua en el desierto ¡Faltaba mas! Todo lo contrario, simplemente estaba juzgando la situación en base a mis experiencias previas, que consistían en encuentros y pseudos relaciones en las que la atracción física fue inmediata y preponderante. Me era muy difícil creer en ese momento que estar con una persona que no producía ningún tipo de química en mí, ocasionaría a la larga una reversión de la situación “no me gusta tu cuerpo”. Cierto es que, aunque he comprobado que esto no siempre es así, lamentablemente a mi no me ha pasado; En resumen, si no me gusta ¡No me gusta! Y no me gustara…
— Podemos salir un tiempo, nada de cosas sexuales, solo conocernos… Simplemente ver que pasa, yo te aseguro que no me propasare —y encima de todo me trata como una diva—, si no se puede, pues lo dejamos así somos amigos y ya.

Cheo fue el ser que termino de levantar mi otrora mala autoestima. Fue el epilogo perfecto de esa serie de encuentros desafortunados que me sirvieron de aprendizaje para no cometer errores claves al conocer personas y terminar de entender que así como estoy, me hallo bien para conseguir novios, parejas, casarme… Es más, últimamente he descubierto que mi físico skinny es popular entre muchos activos (Como Cheo que parece era 100% activo).

—Esta bien —fue mi parca respuesta.

Desde luego, y ya en el escenario que no quería nada con el, la respuesta se debió a la pura y simple cortesía. Cheo no lo capto muy bien y seguía invitándome a sitios. Con mucha delicadeza declinaba o postergaba esas invitaciones ¡No quería verlo más! Hasta que finalmente un día lo entendió. Tuve un problema terrible en la oficina que involucraba una gran cantidad de dinero perdido, y un cierto descuido de mi parte. Aunque no estaba siendo acusado de robar, el error administrativo rompió mi racha de “empleado que nunca ha recibido llamado de atención” y me hizo sentir muy mal. Ese día Cheo me llamo y se ofreció ir a mi apartamento para ayudarme a sopesar el transe (Pues fui un poco maltratado por uno de los directivos de la empresa). Yo estaba en una encrucijada: ¿Le creía a Cheo sus buenas intenciones y le decía que si, que viniera con una botella de vodka para charlar y olvidarme un rato del asunto? O por el contrario ¿Sospecharía que solo quería aprovecharse de mi, en un momento en que estaba deprimido (entiendan que era un workaholic) por la situación?

Aunque no estaba lo que se dice deprimido, y por lo mismo, aunque Cheo hubiese querido aprovecharse de la situación (discúlpenme si esto suena a novela rosa ¿pero que hago? ¡Es mi vida!) no lo hubiese conseguido ¿Qué creen que le dije? Le di un rotundo y sonoro no. Explique, no sin razón, que tampoco era para tanto, y no era necesario que el se trasladase a mi residencia, total, tampoco era que iba a ser despedido o algo parecido. Desde ese momento Cheo aterrizo. Comprendió que yo estaba muy loco (o muy cuerdo, todo hay que decirlo) como para propiciar una relación entre los dos, se dio cuenta que no le gustaba y no quería siquiera su amistad. Las comunicaciones entre nosotros fueron disminuyendo su frecuencia, hasta que un día deje de saber de él…

Hace algún tiempo me contacto de nuevo para fijar un encuentro, incluso tenía planeado un viaje para carnaval… Algo que por supuesto nunca pasara…
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Lamento decepcionar, pero…


El momentáneo abandono en el que tenía el blog parecía presagiar que una nueva y gran aventura estaba a punto de ser contada por mi desde Caracas, lamentablemente no llegue a pisar la capital de nuestro país, al contrario, me quede en la ciudad mas chic de Venezuela (me refiero a Valencia, a los que aún dudan), como ya se lo había dejado ver a la genial Dirgni desde los comentarios en su blog.

Conviene aclarar que no fui a Caracas principalmente por la cancelación de mi cita en la estética dental, no era algo urgente, además creo que el fondo las pocas ganas que tenía de dejar gran parte de mis ahorros en ese lugar terminaron haciendo que el universo jugara en mi favor (o mi contra).

Las citas.

Con todo, no había cancelado el viaje a Caracas del todo, sin embargo los turnos imposibles de Píu, el médico, su complique y todos sus rollos me hicieron cancelarle la cita y dejarlo para un después, además el tipo tenía problemas con su pareja. Creo que no estoy en condiciones de consolar a nadie (Mas bien soy yo el que necesita consuelo).

Me quedaba la cita con el Blogger, pero me la cancelo… Parece que “casualmente” venían familiares suyos de Canadá o que se yo, y eso le consumiría demasiado tiempo. Me dejo con la duda sobre el tiempo que necesitan ciertas personas para tomarse un café, pero en fin. Curado de esos rebotes, le inste a que si quería dejábamos el contacto por Messenger, pero insistió en mantenerlo, por lo que al final, como que le creí y dejamos el encuentro para otro día… (Parece que una foto mía recién levantado tomada con mi nueva cámara lo hizo cambiar de opinión, ni me pregunten por que, al fin que entre gustos y colores…).

Cancele el viaje a Caracas después de todo eso, por lo que tampoco hable con mis primas de mi cartelito, ni le conté las hazañas a mi tía de su primogénito en Amazonas, cosa que de todos modos no podría hacer pues la mandaron para Mérida en Operativo de Semana Santa.

¿Qué rayos hice en Valencia?

Pese a que nací en la Maternidad Concepción Palacios (Caracas), Valencia es mi hometown, así que no la pase mal, de todos modos el objetivo principal del viaje, hablar con mi mamá seguía latente. Fue muy duro para mí, y créanme que no entiendo por que, comprobar cuantas personas en la familia sospechaban mi homosexualidad, tanto así que cuando íbamos avanzados en ese tema, preferí pasar a otra cosa. Peor fue saber, que en un momento de desahogo mi mamá se lo comento a una de mis tías (no la culpo), ante la insistente preguntadera de esta última claro, y mi tía luego de digerir la información (contada parcialmente por mi mama, con una posición de “yo tampoco estoy segura) comento:
— ¡Bueno ya tienes a tu hembrita para que te acompañe!
Otra de las cosas que me llamaron la atención es que ya ninguno de mis hermanos tiene dudas al respecto, los dos reticentes tuvieron una plática entre ellos en la que el mayor le comento al menor:
—Que chimo que Sandum sea…
— ¿Y cual es el peo? Igual es nuestro hermano y ya, deja de sufrir por eso…
Luego que mi mamá me contó eso (ella lo supo por el menor), creo que AMO mas a mi hermano, y me parece increíble que el menor de la pandilla tenga las ideas mas maduras que el resto.

El resto de la conversa con mi mama fue muy refrescante, pese que al decirle tantas cosas, no dejaba de sentir una especie de vacío en el estomago, y una rara sensación que ya nada sería igual, pero quien sabe, a lo mejor en adelante será mejor. Mi mama cerro con broche de oro diciendo:
—Yo no tengo ningún problema con eso, además que tu eres mi quinto hijo varón, creo que siempre lo supe, igual te quiero, no te voy a mentir diciendo que me siento feliz, pero tampoco me voy a morir ni a llorar por eso.

Aventuras de PataSandum.

No pienso hacer un refrito de las historias publicadas por el amigo Patacaliente, blog que revise recientemente, pero debo decir que una de las frases escritas en el, algo así como “Las miradas son nuestro código” me hizo tener varias interacciones interesantes:
La primera fue en un súper exclusivo restaurante de comida japonesa en Valencia, donde acabados de sentar en la mesa mi mama y yo, divise tres ejemplares, que de no ser por la curiosa forma en que se sentaron, no habría pensado yo que eran gays. Los que parecían pareja se sentaron muy juntos, y el que me gusto, se sentó frente a ellos. Yo, sentado en la mesa de al lado, frente a mi mama, quien le daba la espalda a la pareja, tenía una visión espectacular del muchacho (Lo mas sexy y lindo que había visto en meses). Con la información de pata recién digerida, empecé a mirarlo discretamente (nunca había hecho esto antes, o al menos no con la intención de coquetear o llamar la atención), varias veces me devolvió la mirada, pero como yo la esquivaba, el seguía en su conversación. Luego trate de ser más evidente, y mientras maniobraba con la horrenda cuchara que te dan para comer el delicioso Wanton, el me miro de forma picara, mirada que interprete como “¿Qué quieres? ¿Te gusto?” Entonces sucedieron varias cosas al mismo tiempo:
-Se me cayó la cuchara en la sopa salpicando ligeramente.
-Ante la mirada evidente del muchacho sus amigos se volvieron para ver que era lo que el otro miraba con tanto interés.
-Mi mamá se volvió a ver que fue lo que me produjo el tropezón con el cubierto.
-Las miradas de mi mama y la pareja se encontraron.
-El hombre sexy prorrumpió en una discreta risa.
-El mesonero intento limpiarme como si yo fuera un bebé.

Los amigos de mi chico buceado pensaron que la mirada y la risa se debían a mi show y se volvieron, mi mama empezó a decirme que tuviera más cuidado y todo se calmo. No conseguí números, ni dirección, ni nombres… Aw…

Luego en una feria de comida rápida (otro día), divise a dos hombres, de los cuales uno muy rubio llamo mi atención (y era el que podía ver frente a frente, aunque algo alejado. Trate de ser más evidente, y luego que el rubio se dio por enterado de todo, me levante a vaciar mi bandeja cerca de ellos. Volvieron a suceder varias cosas al mismo tiempo:
-Mis acompañantes se extrañaron que me levantara súbitamente y me siguieron con su mirada.
-El rubio le hizo señas a su acompañante para que se levantara el.
-Me molesto la actitud del rubio.
-Ambos llegamos a la papelera al mismo tiempo.
-El otro señor, que no me llamaba la atención en lo mas mínimo, me dijo “Hola”
-Iba a devolverle el saludo pero me hice el loco, pues note que en la mesa me miraban.
-Me regrese y no vi mas hacia esa zona.

Al final y luego de otras experiencias similares puedo concluir que tengo más noción de cómo entrarle a alguien en la calle, aunque según el blogger popular, esto no es algo muy útil… Lo que sea, al fin que mi blog se llama Se Busca un Hombre, no Se Busca un Marido, Se Busca un Esposo… Solo busco a alguien, el resto de la historia se escribirá sólo…

Lo malo.

Mi computadora se daño así que quien sabe cuando este de nuevo por estos predios (La verdad mañana me la arreglan), mientras… Mañana publicare algo, el final de los relatos de Cheo (Ewww!). Hice lo imposible por regresar al monte el día indicado, pero aún así me reintegre un día después y me amonestaron… Creo que mañana empezare a trabajar preaviso… ¡Saludos a todos!

P.S.: Compre la cámara, se avecinan cosas nuevas al blog...
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Me voy para… (Vínculos encantadores)


Así es, Sandum sale de vacaciones de semana santa. Me voy a Caracas, LA ciudad de Venezuela, a ver que consigo por allá (Soy un buscón no puedo negarlo). Será un viaje relajante, no por la ciudad, que todos sabemos es estresante, sino por que veré a muchos caraqueños (I love Caraqueños, yo mismo soy uno). Antes que salgan con cosas como: “Ewww! ¿A quien se le ocurre ir a Caracas en esas fechas?” Pues para las personas que vivimos en el monte, en la selva o en el bosque, esto es lo más lógico, además que en esas temporadas, la ciudad es mas digerible (excepto Ávila mágica, al sitio que definitivamente NO vuelvo en épocas de asuetos).

Pero no crean que me voy a sentar en una plaza a chancear, así como el viejo de la propaganda de platanitos, no, ese no es mi estilo. Tengo 2 invitaciones muy interesantes (aunque no son el motivo de mi viaje):

Piú: Un médico. De alguna manera que no recuerdo llego a mi MSN y llevo tiempo chateando con él. Cuando le comente que iba a Caracas en Carnaval (Cosa que no se concreto pues no me dejaron salir de mi faena de explotación), ofreció llevarme a algún sitio interesante. Adora hablar de política y como yo adoro hablar de cualquier cosa (menos de ciencias exactas), nos llevamos bien. ¿Físico? Bien conservado, alto y atlético, espero no llevarme sorpresas producto del photoshop ¿Creen que ya no ha tener interés? Estaba de guardia el lunes y en un momento que me conecte, el se conecto uno segundos y solo dijo: “Recuerdo que me comentaste que venías en semana santa… Me avisas”. Y además me dio su cel… Por cierto voy preparado con sugerencias explicitas acerca de los médicos por parte de Gabriel Isturiz!

Un blogger muy popular: Un blogger muy popular me invito a tomar café. Me siento alagado pues es casi una estrella. No hagan conjeturas, pues no es ni Tokio, ni Hefes y mucho menos Lascivus, que está más casado que volverlo a decir. (Aunque Hefes, si te apetece cancelo esta cita).

Está bien, las citas se dieron pero el viaje tiene otros objetivos:

-Comprarme una cámara digital, con una buena resolución. Además de necesitarla para documentar el periplo de mi vida, pienso usarla para algunas cosas en el blog (No para fotos mías y nada de porno).

-Hablar con mi prima la bella, y mi prima la flaca de mi cartelito. Pensaba hacer esto en diciembre y luego en Carnaval, pero el negrito no pudo salir de las minas donde trabaja, así que la tercera es la vencida.

-Decirle a mi tía que mi primo que vive aquí se convirtió en un drugaholic. No es mi problema, pero no voy asistir impávido a la destrucción de un familiar.

-Asistir a la estética dental para corregir algunas cosas. (No tengo caries ok, ni en sueños viajaría a Caracas solo por una carie).

Pero el viaje tiene otros objetivos de ensueño:

-Ver a Esteban. Aún tengo cierto contacto con el. ¿Aceptara tomarse algo conmigo?

-Ir a una disco de ambiente. Ok se que algunos me dirán que estoy loco, pero voy preparado con artículos tan reveladores como este de Mr. Rafa Valladares así que bueno, no espero hacer un millón de amigos, ni cuadrarme una musculoca. ¿Por qué es de ensueño? ¡Por que no tengo con quien ir!

-Conocer un hombre millonario que me lleve con el (Ok, esto no es un sueño, aquí estoy al borde de la locura).

Motivo principal del viaje:

Hablar con mi mamá, luego de nuestra reveladora conversación telefónica

Acepto invitaciones comentarios y sugerencias, a través del blog o vía e-mail … ¡¡¡¡Saludos!!!! Cerrado hasta el miércoles después de semana….

P.S.: En realidad tengo que trabajar hasta el miércoles santo, pero como nadie va a leer nada esta semana dejare las publicaciones hasta la semana arriba. Estaré en Caracas desde el Viernes Santo hasta el martes después de Semana Santa (aunque si me fastidio mucho seguro publicare algo el domingo)

P.S.: A mis lectores, pues ahí les deje un montón de enlaces, seguro los disfrutaran (sobre todo los que no son de mi autoría) si es que no los han leído ya…

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De cómo no se arreglan los errores cometidos en la primera cita durante un segundo encuentro, y cuando una de las partes se alegra por ello.


¿Debo decir en este punto que me gustan los refranes populares?

Una vez fui novio de una muchacha sólo después de conocerla una noche. Resulto que al día siguiente la dama en cuestión era la cosa más niche que podía permitirme tratar (y en serio que trato a toda tipo de gente), y gozaba de algo que no puedo pasar por alto, simplemente esas personas no pueden salir conmigo: Tenía el cabello feo y maltratado. No sólo era feo, sino que también era maltratado. Por lo que luego de unos días de arrepentimiento por haberme apresurado, pese a que tuve la oportunidad de aprovecharme de ella, (y no por propuesta mía, obviamente), termine la relación. Luego de contarle eso a mi tía la espiritual (si, la misma que me ha aconsejado en otros relatos) me dijo sabiamente: “¡Es que de noche todos los gatos son pardos!”

Muy a mi pesar no acate esa lección como lo hice en la historia de mi mejor amiga, pues por poco tuve sexo con Cheo solo luego de verlo una sola noche. Hubiese sido un grave error.

Después de nuestra salida nocturna, y luego de haber intercambiado esos mensajes, la interacción con Cheo se tornaba más romántica, parecíamos novios de mensajes. Incluso durante esa semana fue una vez a mi lugar de trabajo, pero como no estoy en el piso de ventas (O sea ¡No!), lo salude desde la ventana de mi oficina, ubicada convenientemente en una mezanine. Debo aclarar aquí que no se torno romántica por mi lado de la moneda, no, fue él quien empezó con todo ese tarro de miel, y yo para no hacerle un desaire le seguía un poco la corriente.

Cierto domingo, me propuso encontrarnos por segunda vez en su casa. Me explico que haría una parrilla, y que bueno, quería que compartiéramos un rato. Aclaro además que sus amigos cercanos no sabían que era gay, por lo que según el, no había peligro (para mi, supongo). No logro recordar en que estaba pensando cuando acepte semejante situación. Estaba prácticamente seguro que me sentiría como una especie de extraterrestre llegando a la tierra de sus amigos. Quizás fue el aburrimiento, el caso es que fui.

Al llegar al edificio, Cheo bajo a buscarme. A plena luz del mediodía se me hizo más evidente que el joven en cuestión estaba lejos de ser lo que yo anhelaba en ese momento. Verlo en franela, con una gorra hacia atrás, un poco sudoroso sobretodo en mi parte fetiche, el cuello, y con un mono viejo, mato toda posibilidad de que yo deseara tener algo con él en ese momento, y en el futuro. No obstante, y pese a que no tenía ningún arma para obligarme, lo acompañe al edificio y decidí quedarme en la parrilla. Sus amigos eran todos simpáticos, parecían ser un grupo muy cercano, según especule, pues nunca me lo dijeron Se conocían desde niños por vivir en el mismo edificio/pueblo/estado. Al entrar al apartamento de una de sus amigas (resulto que la parrilla no era en su hogar), me presento, todos me saludaron con naturalidad, nadie pregunto nada parecido a “¿Quién es este loco?”, y siguieron con su conversación. No hace falta decir que sus tertulias giraban en torno a experiencias pasadas, donde el único detalle que me impedía participar en la plática era que yo no aparecía en ninguna parte del cuento.

Pocas veces en mi vida me he sentido tan ridículo. Muchas veces he pasado vergüenza como todo el mundo, pero en contadas ocasiones me he sentido ridículo. Era como si yo fuese una especie de muchacho necesitado de compañía, acabado de llegar a Apure (Cheo les dio previamente unos datos míos) siendo invitado a la parrilla por pura coincidencia. No pienso transcribir las monotemáticas pláticas del grupo de amigos, donde solo prorrumpía yo con alguno que otro monosílabo. Sólo diré que estaba tan fastidiado, que de haber sido una reunión mas concurrida hubiera aprovechado cualquier descuido para escapar.

Nunca me quedo muy claro como Cheo logro justificar la, a todas luces, inexplicable presencia mía. Me costaba creer que en un grupo de amigos tan cerrado y que se conocían tan bien, hubiese lugar a mantener un secreto como el de Cheo por tanto tiempo, sumándole a eso que casi no me hicieron preguntas, pues el parecer Cheo les dio un resumen de todo lo que sabía de mi (que gracias a Dios no fue mucho), lo cual agravo mi sentimiento de ridiculez y fastidio.

Creo que en cierto mi momento mi cara empezó a mostrar señales de lo que sentía. Cheo comenzó a mandarme mensajes de texto. Y yo, con las benditas buenas costumbres que me importunan en los momentos que no las necesito, seguía sin atreverme a hacerle un desaire. Increíblemente soporte todo esto hasta que anocheció y sólo nos quedamos, una amiga, él y yo. Cheo seguía mandándome mensajes fastidiosisimos como:
—‘Que te pareció todo’
Yo, que ya estaba retorciéndome de la rabia pensaba: “O sea, lo que yo entiendo por parrilla incluye ensaladas apetitosas, diferentes tipos de carnes y bebidas y no unos pinchos con guasacaca”, pero le respondía:
—‘Bien, todo bien’
—‘Andas súper lindo’ —escribía él.
Y yo pensaba: “Pues tu no, estas mas feo que un tropezón a media noche”, pero le respondía:
—‘Gracias.’
—‘¿Por que no hablamos en todo el día?’ — pregunto él, estúpidamente, vía texto.
Y yo, soportando toda la rabia interior que esa pregunta genero en mi pensé: “¿Como íbamos a hablar algo soberano estúpido si habían como 10 personas aquí que no conocía en un área de 0.5mts2?”, pero respondí:
—‘¿De verdad crees que hubo alguna oportunidad?’
—‘Bueno no…’
Mientras transcurrían esos mensajes, los tres hablamos temas banales en la sala. La amiga propuso que revisáramos un video de un viaje que había realizado recientemente a un lugar que no recuerdo. Total que acepte (No puedo con mi cortesía y buenas costumbres), y ¡Dios!... Eran unas fotos grabadas en DVD en donde solo había puras mujeres, y evidentemente todas eran Gayelles… No con desatino, pensé que Cheo le había dicho a su amiga de ambiente que yo estaba próximo a convertirme en su novio o algo así ¡Error Cheo! Creo que en ese punto nadie gay que conocieras estaba mas lejos de convertirse en consorte tuyo que yo. Finalmente vino el mensaje y la situación que ayudo a que saliera corriendo:
—‘Sabes, Mi amiga es del ambiente y esta esperando que tu hables del tema para abrirse’ —envió el vía texto.
Y yo, molesto como creo que pocas veces en mi vida pensé: “O sea yo, yo, ¿¡Yo!? Grandísimo tonto, seguro podría hacerlo ella o tu mismo que ya te encargaste de regar mis intimidades con gente que a mi ni me va viene… ¿Qué le voy a decir? Soy gay, pero mi imagino que ya lo sabías por tu estúpido amigo…”
—‘Cheo, ¿Que le voy a decir? Creo que esa platica para otro día…’
Un rato después hubo un cambio de luces (no de mi parte), y yo quede sólo en la habitación con él. Trate de calmarme, de prever la repuesta educada que le iba a dar en caso de una pregunta necia, pero fue inútil. Cheo solo dijo:
— ¿Y?
— ¿Y que? —le espete yo.
—Bueno que me dices —odiaba esa recurrente frase de él, así como el “que me cuentas”.
— ¿Que esperas que te diga? —Y antes de dejarlo responder continué—: creo que esta situación que propiciaste aquí no fue la más adecuada para que nos conociéramos, es más, este día no fue el adecuado.
Afortunadamente en ese momento entro la amiga de él nuevamente. Fue bueno por que ya estaba en el punto que le iba a decir de todo, y nadie me iba a detener. No iba a insultarlo pues nunca pierdo los estribos ni el glamour, pero de que no iba a terminar bien, eso es seguro.
La amiga le informo que entro sigilosa por que otra conocida indeseable de ellos estaba tocando la puerta. Luego que la indeseable prácticamente acabara con la puerta y gritara “se que están ahí” salimos a la sala y la recibimos. Era una niche en toda regla, pero con un hablar cantadito que parecía querer imitar a las sifrinas. En cierto momento soltó una perla:
— ¿Y este quien es? —pregunto sin ningún atisbo de prudencia o discreción.
—Es un amigo de Cheo —le respondió la Gayelle.
La niche me observo de arriba abajo, y sonrió un poco. Parece que el secreto de Cheo y el mió propio eran tan evidentes como que el cielo es azul.

Cuando logre escapar de todo ese circo, y mientras saboreaba un jugo en el apartamento pensé en como alguien podía cometer tantos errores en sus citas, por que yo, reconozco que cometí un error al no hablar claro en la primer encuentro, pero Cheo… No lo podía creer. Quería ser mi novio y me invita a una reunión con unos amigos que no sólo me ignoraron olímpicamente, sino que me hicieron sentir como una especie de cucaracha metida en el plato de alguien… Un horror total… ¡Y encima pregunta por que no estuvimos a solas!
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De cómo otros cometen errores en nuestra cita sin darnos cuenta, y cuando no hacemos nada para evitarlo.


A veces como dice el amigo Hefes en este maravilloso post, nuestros sentimientos y acciones juegan en nuestra contra. Por esa razón, estuve analizando un conato de relación sostenida con Cheo, que de no haber tenido ciertos tropezones perfectamente evitables, habría desembocado en una mas que probable fructífera relación. Existen ciertos detalles y ciertas actitudes capaces de provocar que una persona maravillosa, pase a ser un ser detestable que no queremos ver más. Los errores en las citas previas a iniciar una relación deben evitarse a toda costa, vean por que les digo:

Recibí con sentimientos encontrados la decisión de mis jefes que sería trasladado a Apure con el mismo cargo que ostento en mi pueblo. Agrado, por que así me separaría un tiempo de mi papá, que aparentemente estaba empezando su andropausia. Desagrado, por que soy el ser mas flojo del universo y pensaba en todo lo que tendría que gastar para llevar la vida cómoda de siempre, sin las subvenciones de mis padres (No me mantienen, ni me dan dinero, pero las cosas buenas que hacen por la casa me benefician a mi, obviamente). Luego de analizar los pros, los contras y con la premisa que sería algo temporal, pues mi homóloga en Apure sólo se iba de pre y post natal, empecé con la viajadera en Diciembre.

En las primeras de cambio estaba acompañado con un jefe, y siempre viajaba con él. Fue a partir del mes de Enero cuando estuve en la residencia de la empresa en mi propio piso (era un edificio), y sólo. Las ventajas de vivir sin compañía familiar de ningún tipo como: Entrar y salir sin que nadie te pregunte, andar desnudo, comer la basura que te da la gana, pasar el fin de semana entero viendo televisión, entre otras; rápidamente se vieron superadas por el fastidio de no tener a nadie con quien hablar cuando llegas a descansar. La sabiduría popular no se equivoca cuando dice: “Nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde”. Las horas en el trabajo se me hacían cortas pues era el único momento en que conversaba con seres humanos cara a cara. Incluso olvide la costumbre de ir a almorzar en la casa y mediante diversas manipulaciones (poder que tengo y que cada día desarrollo mejor), lograba que casi todos los empleados que me caían bien en el departamento se quedaran almorzando también, debido a eso la hora de la comida era para mi una “Happy Hour”.

Pero llego el momento donde mi triste realidad nocturna comenzó a hacer mella en mí. Después de las seis no interactuaba con ninguna persona. Yo, acostumbrado a mas de dos invitaciones a comer a la semana (lo digo en serio), salidas con los amigos, reuniones de fines de semana con los camaradas, comida caliente al llegar en la noche del trabajo, platicas filosóficas o superficiales con mis hermanas y mi segunda mamá, no aguante más, y rompí la promesa hecha tiempo atrás de no concertar mas citas por Internet móvil. Analicé concienzudamente la situación y concluí que esta vez no cometería los mismos errores, y tendría dos principios: Foto desde el día uno y no esperar mucho tiempo para conocer al sujeto en cuestión. Además establecí como requisito que el señor viviera en el mismo Apure, pues no estaba dispuesto a viajar a conocer a nadie, ni hacerle un tour turístico en un pueblo que no conocía a otra persona.

Luego de varios días infructuosos conocí a Cheo. Como siempre la platica por Chat fue seria y nada de cosas locas y sex dates, por lo que el muchacho me gusto. Esa misma noche intercambiamos fotografía por multimedia y… ¿Qué pensé yo cuando vi la de él? No me gusto mucho, aunque aparecía en un carro y con lentes de los pequeños (Ewww!), por lo que en realidad no podía formarme una buena impresión. No obstante le di una oportunidad, y a la semana siguiente (un día sábado) concertamos un encuentro. Acordamos vernos en cierta plaza, cerca de mi residencia (aunque el no estaba en conocimiento de eso). Vestí apropiadamente para la ocasión (y como siempre exagere la nota pues… ya verán), y llegue primero que él al encuentro. En cierto momento noto que un muchacho se acerca y me dije que ya no podía salir corriendo… Bueno estoy exagerando, Cheo era un muchacho varonil, pero no era la epitome de la belleza masculina ni mucho menos. Estaba ataviado con sendo pantalón de vestir y su obligatoria camisa de cuadros (típico de la región) aunque afortunadamente esta era de una tonalidad obscura, por lo que no se veía del todo mal. Caminamos hasta la avenida charlando amenamente, todo hay que decirlo, y luego de tomar un taxi (que yo no pague) llegamos a un sitio escogido por él. Me agrado que cumpliera su promesa de llevarme a un espacio discreto, pues a esa tasca no se llegaba fácilmente. Se trataba de un lugar lúgubre y tranquilo en el que incomprensiblemente el dueño estaba sentado en el fondo de la barra frente a una computadora. El salón estaba prácticamente vacío, excepto por un grupo de gente que estaba en la otra esquina y nosotros por supuesto.

Al instalarnos, Cheo fue gratamente recibido por el dueño del lugar como si se conocieran de toda la vida, y yo no paraba de pensar “¿Será que este señor sabe que Cheo es gay y por descontado piensa que yo ando en plan con el?”. Al fin que, distraído como estaba pensando semejante niñería, Cheo me pregunta:

— ¿Que vas a tomar?

— ¿Tomar? —Recordé (y sentí) que no había ingerido nada desde el almuerzo por lo que un trago de cualquier bebida me marearía, dos tragos me rascarían y le tercero me enviaría directo al hospital. Para complicar más el asunto no se me ocurrió decir otra cosa que:

—Solera azul… — ¡Señor! No acostumbro a tomar cerveza, pero si toca tomar una, sólo me gusta esa, pese a que te alebresta rápidamente.

Por supuesto que hablamos mucho, y naturalmente que me emborrache, pero únicamente estuve en el punto en que un trago marca la diferencia entre estar conciente e inconsciente. No me habría percatado de ello, si antes de ese sorbo decisivo no hubiese acudido al baño. Al levantarme la cabeza me daba vueltas y tuve que sostenerme de la pared tras el urinario para no desfallecer del mareo. Bebí algo de agua del lavamanos para contrarrestar el efecto, pero era muy tarde, estaba mal.

Al rato de haber dejado de beber le propuse a Cheo que “nos fuéramos” y así, como se los estoy escribiendo. No le dije nada directamente (error), pero ese día estaba dispuesto, estoy casi seguro que esa súbita decisión era por el nivel de intoxicación que cargaba encima Ya habíamos pasado por la preguntadera de si eres activo o pasivo y ese montón de tonterías, por lo que pensé (si es que en ese momento mi cabeza estaba funcionando correctamente) que tenía el juego completo en la mesa.

Mientras el pagaba (no dejo que yo colaborara en nada) pedí un vaso con agua y lo intercambie con el de la cerveza. Necesitaba estar un poco más sobrio en el caso que fuese a pasar algo. Salimos del lugar. Yo, haciendo un esfuerzo sobre humano para recorrer las 3 cuadras para llegar a la avenida sin parecer un borracho tambaleante (Si gente de la ciudad, en estos pueblos aún se puede caminar en la madrugada), y el, hablando cosas que en ese punto eran ininteligibles para mi… En realidad yo sólo estaba esperando que preguntara si íbamos a ir a mi apartamento o a el se le ocurría algo mejor… Pero no, el muy tonto cuando se detuvo el taxi, simplemente se despidió, y yo con mi cara de bolsa, me quede viéndolo a través del vidrio mientras el vehiculo emprendía la marcha.

Mientras mordisqueaba un pan esa misma madrugada y pasaba por mi ritual de tomarme 3 vasos de agua o mas luego de una noche de tragos (efectivo si no quieren resaca al día siguiente), me preguntaba si hubiese sido mejor decirle en lo que estaba pensando sin tantos remilgos. No me explicaba como era que no estaba pasando nada en ese momento. Recordaba perfectamente sus palabras en medio de todo lo que hablamos;

—Bueno no sé, yo de esta noche tengo muchas esperanzas, quizás acabar con tanto tiempo de sequía.

No logro recordar cual fue exactamente mi respuesta, pero negativa no fue, de eso estoy seguro. Total que al rato de estar acostado y a punto de dormir recibo un mensaje:

—“¿Qué te pareció la salida?”

Y yo, pese a mis reflexiones respondí:

— “Muy bien, me gusto mucho”.

—“Pensé que pasaría algo esta noche” —envió él.

—“Pensaste pero no lo dijiste y creí que no querías, me dejaste montar en el taxi así sin mas ni mas”.

No tiene caso seguir transcribiendo lo que recuerdo de esos mensajes. La moraleja aquí es: ¡Si quieres algo pídelo! Y además: ¡En una cita no des nada por sobreentendido! Es preferible arriesgarse a recibir un rechazo que perder una oportunidad, que en este caso, tenia todo para darse… No obstante en esta historia volverá el “siempre es mejor lo que pasa”, ya les contare por que…

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La primera vez.


Una vez en medio de una clase de metodología, la profesora más inteligente que haya conocido jamás (dicho sea de paso se graduó summa cumlaude en la UCV y su trabajo de grado salio sobresaliente con derecho a publicación), me dijo: “Las cosas nunca se repiten de la misma manera”. Quizás sea por que esa frase es tan cierta como que algún día moriremos, que las personas siempre recordamos la primera vez que hacemos algo con mucho fervor. No estoy hablando solamente de sexo, el sentimiento implicado esa acción inédita cualquiera, se vive más intensamente que en ocasiones posteriores, aún cuando experiencias subsiguientes puedan ser mucho más satisfactorias… ¡Mi primer beso! ¡Como olvidarlo! Sobretodo por que como en toda mi vida, las circunstancias que dieron pie a él estuvieron rodeadas de dramatismo. Es más, esta es la primera historia digna de ser narrada de esta forma que viví en mi existencia, un tropiezo que dio el pistoletazo de salida a mi adolescente dormido.

Siempre viví en un edificio. Los que habiten en ese tipo de residencia, sabrán que los vecinos en los edificios se conocen más que los que viven en casas particulares. Quizás sea la cercanía, o por el simple hecho que pese a cualquier tipo de material utilizado para la construcción uno siempre termina enterándose de la vida del otro a través de los gritos que atraviesan paredes, en fin; el hecho es que, al haber tanta cercanía todos los jóvenes del edificio se conocían entre sí. No era ese mi caso por supuesto. Mis terribles problemas de seguridad en mi mismo, aunados al inconveniente de sentirme diferente, y luego descubrirme homosexual, malograron mi vida social “en el bloque”. No pasaba así con mi hermano mayor, que era con diferencia, el tipo más popular del edificio donde residíamos, los edificios aledaños, la calle, la manzana y un largo etcétera. Era por esa razón que yo también era conocido por ser “El hermano de…”. En cierta temporada se mudaron unos conserjes con seis hijos varones. Fueron días de revolución, la mayoría eran ya adolescentes, he inclusive el penúltimo tenía mi edad (calculo entre unos 12 y 13 años).

Yo siempre me sentí la persona más equis del planeta. Pensaba que para mi era imposible llamar la atención de alguien. Pero mi ignorancia con respecto al entorno que me rodeaba no me dejaba ver que pasaba todo lo contrario. Era muy conocido por la gente por mi hermano, pero también (cosa que luego entendería por mis amigos actuales), yo siempre llamo la atención a donde voy. Quizás sea por mis gestos, algunas veces delicados (no me considero afeminado), debo reconocer, o por mi forma de hablar y expresarme (creo que una mezcla entre zifrino valenciano, nerd, con algo de ironía y sátira), pero el hecho es que nunca era el menos visto.

Los muchachos del edificio se reunían en las noches para jugar, conversar y hacer travesuras (término que utilizo para sensibilizar lo que hacían, pero en realidad no abarca el tipo de cosas que inventaban estos jóvenes). Yo, en ocasiones que puedo contar con mis dos manos, fui participe de aquellas reuniones. Siempre acudía por hostigamiento de mi hermano, más que por decisión propia. El a su vez (sin yo saberlo por aquellos años) era hostigado por ese grupo con preguntas tipo: “¿Por qué tu hermano nunca sale?” “¿Por que tu hermano nunca baja?”, entre otras. Cuando se instalaron los nuevos adolescentes, las reuniones ocurrían casi todas las noches. Todos se emperifollaban y se intercambiaban de novias y novios como de ropa intima. Yo estaba lejos de querer una novia a mis 12 años. Pese a ello, unas también recién llegadas llamaron mi atención. La menor era la más bonita, pero no estaba en edad de tener novio. La mayor tenía exactamente un año mas que yo. Cierto día, mi hermano me pregunto si me gustaba alguien del edificio. Yo conocedor de las cosas pese a mi edad, sabía que se venía con una operación cupido, y por salir del paso le respondí:

—Me gusta Laura
—Bueno yo te voy a hacer la segunda, pero tienes que bajar hoy.

No podía zafarme de semejante situación, así que baje. Ya sabía yo que el hijo de los conserjes que tenía mi edad guardaba cierta suspicacia con respecto a mi, por lo que no perdía oportunidad de decirme algún comentario insidioso, aunque simplemente por ser hermano de quien era estaba a salvo de cualquier tipo de violencia.

Fueron muchas noches, reconozco que en algunas me divertí. Mi hermano que era ya experto en cuestión me hizo la segunda, pero no diciéndole a Laura de buenas a primeras que yo gustaba de ella. Mas bien, trato que nos conociéramos propiciando situaciones y juegos antes de dar el paso final de decirle algo a ella. Recuerdo especialmente cierto juego que involucra una botella, en el que se pidió como penitencia que yo mordiera uno de los glúteos de Laura. Me negué y no lo hice, lo cual levanto mucha polvareda entre los jóvenes. Yo no lo hice por puro y simple pudor, no por que me desagraden la mujeres hasta ese punto ni mucho menos. El pequeño conserje dijo:

—Si a mi me pusieran a morderle una nalga a Laura ¡No diría que no!
Estoy casi seguro que desde ese día se saco cualquier duda que tenía con respecto a mí. Discreción no era lo que lo caracterizaba, pero mi hermano ejercía un dilatado dominio en ese grupo, además me defendía y protegía con demasía. Dudo mucho que alguien se hubiese atrevido siquiera a insinuarle algo sobre mi. (De hecho, de mis cinco hermanos, el es uno de los dos, que a la fecha de publicación de este relato, aún piensa —o quiere creer— que no soy gay).
Semanas después de duro entrenamiento en el que mi hermano me explicaba como debía comportarme, que no se le dice a una mujer y hasta como hacer para no “empeparse” con ellas, dio la estocada final y hablo con Laura. Esa noche ella me veía con ojos diferentes, o yo estaba sugestionado al saber que ella estaba al tanto de todo. Otro de los conserjes me comento además sobre otro muchacho rondándola, que por otra parte, era de otro edificio.

Cierto día, Laura y yo estuvimos en el pasillo del piso cuatro a solas. Conversamos un poco, y de alguna manera yo supuse que éramos novios o algo así. Ese día fue mi primer beso, algo sencillo, largo y sin mucha lengua. Recuerdo vividamente como sentí un calor por toda mi cara y un vacío en el estomago.

Pese a las extensas recomendaciones de mi hermano, estaba como en una especie de transe. Pensaba todo el día en ella y me confundía cavilando si finalmente me gustaban los hombres como hacía algún tiempo había asumido, o por el contrario me gustaban ambos géneros. Laura dejo bien claro que estaba confundida días después del beso, según ella estaba “decidiendo” y no sería novia de ninguno de los dos (es decir el muchacho del otro edificio y yo) hasta estar clara.

Cierta noche llego a mis oídos:
—Laura esta en la otra parte del estacionamiento con… —y me dijo el nombre de mi rival.
Nunca muestro mis sentimientos ni me pongo en evidencia ante la gente con facilidad. Disimule un rato, di a entender que subiría al apartamento y me escabullí por otra puerta para luego correr a la parte donde supuestamente estaban los dos. Al llegar los vi besándose. Sentí rabia, pues no fue un beso como el mío. Este era un beso profundo capaz de acabar con cualquier rastro de placa dental que tuviera el otro. Pese a todo, en ese momento no albergaba ningún sentimiento en contra de ella. Tenía ganas de hacerle algo al muchacho. Mientras volvía, pensaba si era conveniente hablar con mi hermano y encomendarle que le diera su merecido al tonto ese… Al llegar al apartamento, pensé algo así como: “Yo mismo me encargare de esto”.

A la noche siguiente la llame por teléfono y le pedí que me esperara en el pasillo del piso cuatro. Llegado el momento le dije que ya era hora que decidiera con quien iba estar. No le mencione en ningún momento la escena que vi. Ella tenía una mirada diferente, de la cual me percate sólo después de soltarle todo. Como se divago un rato, la bese nuevamente y luego ella me dijo (lo recuerdo exactamente, y palabra por palabra):
— Sandum… ¿Qué dirías si le dijera a —dijo el nombre de mi rival— que sí?
La situación de no sentimiento de rabia hacia ella cambio. Sentí una cólera tremenda, pero disimulando lo mejor que pude le respondí:
—Tu puedes hacer lo que te de la gana, yo no tengo por que decir nada… —y me marche.

Me sentí estúpido y lamente que mi hermano me metiera en esa situación tonta, en la que mi cabeza nunca ceso de decirme que tenía todas las de perder (o mas bien mi mala autoestima). Derrame algunas lagrimas, pero mientras me las secaba frente al espejo, luego de pensar que era una ridiculez llorar por algo así, me dije: “Al cabo que ni mi importa, total ¡A mi me gustan son los hombres!”