| 1 comment

Te voy a contar algo amiga



Tengo la convicción que los seres humanos somos personas cuyo pensamiento e ideas puede evolucionar y mejorar constantemente –aunque están los adoradores de Chiabe-. De hecho me repito eso a mi mismo todos los días, y en consecuencia trato de superar cualquier esquema e idea del pasado que me hayan inculcado mis padres ¿Por qué? Sencillamente es lo lógico. En un mundo tan cambiante, donde un día somos socialistas, pero al siguiente el capitalismo corre de nuevo por nuestras venas, no es posible que sigamos siempre con las mismos arquetipos. Por todo esto creo que algún día la sociedad superará al gay afeminado como único patrón a seguir para nosotros, aunque para ello no necesariamente los “afeminidados” tienen (tal vez deba colocar un “mos” aquí) que comportarse (nos) como hombres, todo lo contrario. Para ilustrar mi punto hablare un poco de mi pasado en el bachillerato.


Siempre fui de esos niñitos bien cuidados que vivían metidos “en la falda de su madre”. No es algo que me avergüence en absoluto pues la relación que tengo hoy en día con ella es algo realmente especial. De manera que ella siempre procuro cuidarme lo más posible, inscribirme en el mejor colegio y por eso viví en una burbuja más o menos hasta que llegue a octavo grado. Un mal negocio y cosas que no vienen al caso hicieron que yo fuese trasladado por un año a un liceo público con todo lo que ello conlleva.


Fue entonces, y solo entonces cuando me di cuenta que de hecho a mi “se me notaba”. Obviamente yo ya había admitido para mis adentros que algo no andaba “bien” conmigo, pero siempre pensé que era muy bueno en aquello de fingir. Mis compañeros no estaban de acuerdo, y cuando empecé a tener muchas amigas, a hacer el ridículo en clases de deporte y tantas cosas más, algunos arremetieron en forma violenta contra mí. Como siempre, y gracias –de nuevo- a mi madre he sido un muchacho pilas, yo procuraba no estar sólo lo máximo posible y luego conseguí hacerme con un guardaespaldas que cobraba barato: Sólo tenía que rellenar 2 exámenes de matemáticas y pasarle uno él. Debo hacer un paréntesis para aclarar que yo no quiebro la voz, ni muevo la manito a un lado, y ni siquiera soy escandaloso. En el bachillerato mi meta siempre fue mimetizarme con alguna pared y permanecer allí hasta la hora de la clase, pero bueno, la discriminación y el “¡Ay vale!” es algo tan arraigado a nuestra cultura como lo puede ser una arepa.


Todos los problemas en el colegio me llevaron a un punto donde realmente me odiaba a mí mismo. Me preguntaba constantemente por qué tenía que ser así y que debía hacer algo para ser “normal”. Esto cambio cuando en 4to año entre a otro liceo y hice otros amigos que me aceptaban como era, o al menos con los que nunca tuve ese tipo de problemas.


El cuento anterior es como un preámbulo para explicar algo: No todo el mundo supera esos episodios en el colegio. Algunas personas, quizá porque son más maltratadas, desarrollan todo lo contrario y en vez de tratar de reprimir esa pequeña pluma, que admitámoslo, tenemos todos en mayor o menor medida, se dicen a ellos mismos “Yo se sere como quiero y nadie me lo va impedir”. Es como un mecanismo de defensa, una provocación, como cuando alguien te empuja intencionalmente (o accidental) por el hombro y tú le respondes con igual o mayor fuerza. Vamos a pelear.


Yo no soy psicólogo, ni pretendo explicar aquí las razones médicas. Simplemente llegue a esta conclusión luego de preguntarles a algunos conocidos de discotecas por qué eran tan asi:


―¡¿Ay mija y tu que te crees?! Yo soy así por qué me da la gana.


Yo soy mujer y ya.


Yo soy como soy y no me importa lo que pienses tú ni nadie. Ya sufrí demasiado por ser como soy y ahora nadie va a venir a joderme mi vida.


Las respuestas siempre fueron algo agresivas, daba la impresión que me dijeran “Me molesta como soy a mí también, pero seré así sin importar lo que sea”. Esas réplicas siempre me trasladaban a mis años de colegio y comencé a entender sus razones. Pero es dificil que un heteresexual que tal vez era medianamente popular en colegio y lleva una vida, si se quiere normal o “promedio” (sale los fines de semana a los mismos lugares, frecuenta  a la misma gente, tiene novia y estudia en la universidad algo tipo “Ingeneria Mecanica”) entienda esto. Recientemente leí este tweet:


“Hay carajitos que tienen que entender que ser gays no implica ser tan afeminados”


Entonces comprendí que para la gente hetero es muy fácil decir esto, sin saber las cosas que uno vive. Sé que algunos me dirán “Bueno pero si no quieren ser maltratados que sean hombres, que se comporten como hombres”. Imagina el caso a la inversa, imagina que los gays son la mayoría ¿Cómo te haría sentir tratar imitar un comportamiento que no es el tuyo, que no va contigo? ¿Te gustaría dejar de ser tú mismo? No sé que tan positivo sea el mensaje que un gay afeminado le envía a la sociedad (Eso sería como un tema para otro post), pero lo que si sé, es que dificilmente alguien puede superar años de maltratos y discriminación de un dia para otro.


Yo pertenecía antes a ese grupo que discriminaba a otros de su misma condición, pero luego cuando entendí esto, supe que siempre me estaría discriminando a mí mismo, que aunque hiciese lo que hiciese, siempre seré gay, y la gente siempre hablara de mi. Que al decirle a alguien “loca” demostraba ignorancia e intolerancia, contra los demás y contra mí.


He leido articulos al respecto sobre el papel de los medios de comunicación en este proceso. Los medios siempre están reproduciendo el esquema del gay afeminado, lanzando esa imagen ridicula de los mismos, y las personas que escriben estos articulos manifiestan que tales imágenes en vez de ayudar, desvirtuan el hecho de ser gay y nos someten al heterosexismo, dicen que esas las mismas muestran al común de la gente que sólo existe una forma de ser gay, y es aquella en donde imitas a la mujer. Yo en parte estoy de acuerdo con ello. Es cierto que los gays afeminados son una minoria dentro de toda la comunidad gay. Esto se puede comprobar muy facilmente yendo a cualquier discoteca o café gay de alto perfil. Todos gays, todos bien vestidos, todos con algo de pluma, pero todos “serios”… Pero me pregunto: Si ser una loca no ayuda al colectivo y envía un mensaje erroneo a la sociedad ¿Qué mensaje le llega a la sociedad ser un gay de closet? No puedo saberlo a ciencia cierta, pero presionando un poco podría decir que es este: Ser gay esta mal, asi que trata de vivir tu maricura con un bajo perfil y así yo y mi sociedad heterosexista estaremos bien contigo. Nos haces reir o en su defecto no existas ¿Eso es bueno? ¿Es bueno que un gay “no afeminado” apoye esto?


Tal vez ser demasiado afeminado envía cierto mensaje erroneo a la “sociedad”, pero siempre aplaudire a estas personas, porque aunque sin saberlo estén viviendo bajo las normas del heterosexismo, al menos están haciendo algo, por lo menos estan diciendo “Sabes qué, soy maricón y no me importa lo que puedas pensar”. Es hora de vivir vidas honestas, dejar de actuar como si estuviesemos haciendo algo malo y vivir con integridad. Algún día, cuando los que no son afeminados apliquen al menos este sencillo concepto y se conviertan en la mayoría visible que son, dejen de atacar a “las loquitas” y vivan con la misma integridad y valentía que esas personas que han hecho mucho por sus derechos podremos evolucionar hacia otra sociedad.
| 2 comments

Mednight thoughts



Antes no lo parecía, pero hoy me pongo a pensar cuanto he cambiado desde que volví a Valencia y como dicen los compañeros de trabajo de un amigo ¡Me quedo es loco!

Era como si antes estuviese atrapado en una burbuja de la cual no podía salir y me impedía mostrarme tal como era a las personas. Lo curioso es que ni siquiera estoy muy seguro de cuando paso, pero simplemente ahora es así.  Ya no siento miedo si me invitan a un lugar donde “solo habrá desconocidos”. Ya no me importa ir sólo a algún sitio, ni tengo miedo de que mis amigos se mezclen y se conozcan entre ellos pues no hay ninguno que sepa más o menos que el otro. Les confieso algo: Se siente genial.

Con ese ánimo llegue a una fiesta de la promoción 58 de Médicos Cirujanos UC-CHET. Mucha gente hermosa, hablar tonterías con personas que apenas conoces, conversar en un ambiente festivo con uno de tus mejores amigos, y tomarse un par de cocteles con mas hielo del necesario (aunque mucho mejores que los de Rocco’s, todo hay que decirlo). Durante la noche me enteré de algunas cosas, como quien era novio de quien, observé a otros que llevo meses stalkeando por Facebook —no me juzguen, todos tenemos amores platónicos— y escuché frases muy perturbadoras como:

—Conozco a varias parejitas aquí que andan separados pues están con sus familias.

Esa información me entristeció un poco. Recordé mi día de graduación. Un momento muy bonito, a pesar de lo devaluado que significa ser un profesional en este país. En la mía estuvieron mis padres, mi hermano menor (el más cercano). Es un minuto alegre que quieres compartir tus seres queridos, inclusive con esa persona especial y es paradójico como es una cuestión familiar la que lo impide.

Mientras “Guaco” estaba en tarima y observaba a uno de los cantantes —bastante guapo, y no hablo del señor— pensaba que lo único que hacía falta para cerrar la noche era un show de travestidos. Algo dramático que enviara un mensaje a las familias. Pero luego como siempre, se me ocurrió que eso no era lo apropiado. Al final de cuentas todos conocemos mas o menos de que van esos shows. Comencé a observar a esas “parejitas” y pensé que lo que hacia falta eran hijos diciendo algo como: “Papá, ¿Se acuerdan de mi siempre amigo Carlos? Bueno resulta que no somos amigos solamente”.

Pero no todo estaba perdido, luego de la hora del tequila se formó un circulo gigante de doctores donde todos bailaron con todos, incluso los hombres. Fue divertido. Y cuando creía que la cosa no podía ser aún mas tolerante, mi amigo me trajo una botella de agua que se me hizo imposible de abrir, y mientras sufría un tipo enorme se me acerca y extiende su mano. Me estaba ofreciendo ayuda. Le entregue la botella, la abrió con facilidad, y me dice:

—Tu amigo si es rústico…

No le entendí el resto, pero por sus gestos entendí un “No es capaz de ayudarte y te ve sufriendo con esa botella”. Luego cerro el puño y me insto para que hiciera lo mismo y la “chocaramos”. Me dio risa, y mucha más cuando le habló a mi amigo, para decirle algo que ninguno de los dos entendimos.

Mientras salía de lugar me preguntaba ¿Ya estamos en un mundo donde un hombre le ofrece a otro hombre ayuda para abrir una botella de agua sin que eso signifique algo especial? Me encanto la idea, y cuando no podía estar más feliz mire hacia el suelo del estacionamiento y había un billete de Bs.20 abandonado. Lo tome, miré a mi alrededor y luego lo metí en el bolsillo de mi camisa.

“Encontrarse una moneda es de buena suerte, así que un billete de 20 de debe ser la misma suerte 20 veces mejor”, pensé, y luego encendí el motor.