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Resaca reflexiva del día de los enamorados

¿Cual es la mejor?

 

Yo podría comenzar esto como un escrito fatalista, diciendo que me encuentro en el mismo lugar que el año anterior, puedo decir que no tengo ánimos de hacer nada, puedo quejarme (y mucho) acerca de que sigo soltero (tal vez para bien), pero no lo haré. No lo haré porque es muy probable que esa actitud sea gran parte del problema.

¿Por qué de no decir que este año, a diferencia del anterior, me ha dejado nuevos amigos con los cuales de cierta forma celebre ese día? Tener amigos, aunque sólo necesites 2 manos para contarlos, siempre es una bendición. Tal vez no los viste ese día porque la mayoría estuvo haciendo una repugnante cola en un hotel, o en el mejor de los casos, disfruto una romántica cena en su casa, pero están ahí, te enviaron un mensaje al menos, y eso se agradece. También mejor aún, es comprobar que cuando los necesites ellos estarán ahí:

―¿Por qué no nos vamos en Carnaval para algún lado? ―me pregunta una amiga.

―¿Y tu idea es que yo sea como una especie de lámpara?

―No, pero puedes traer a alguien si quieres.

―Suponiendo que vayamos, y lleve a alguien ―ojos de circunstancia― ¿Se supone que el va a poder “manejarlo”?

―De bolas que si, y si no, se jodió. Yo aprendí con Arturo que los amigos son primero. De broma tengo amigos por los 4 años que perdí con ese estúpido y para nada.

No dije más, pero quedo claro que siempre, aunque nos empeñemos en lo contrario, hay alguien ahí para nosotros. Así que debemos gastar energía desanimándonos, y pensando que el mundo es un lugar feo (que tal vez si lo es, pero ya estamos aquí). Aprovecha el tiempo. Ese es mi consejo a partir del 14 de febrero en adelante.

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Una pregunta: ¿Cual de las dos imágenes te gusta mas?

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Saliendo (ambas) con una amiga

Un homenaje a mi abuelita

¿Estaré monotemático con esto?

Como sea, el punto es que en estos días decidí contarle a una amiga que soy gay. Comienza a sonar un poco absurdo que yo aún ande en esas, pero resulta que esta es una persona que conozco del trabajo y debido a muchísimas circunstancias que no vale la pena explicar, nos convertimos en amigos, a pesar de mi regla de no hacer amigos en el trabajo.

Explicare en forma sencilla como fue el proceso, el cual siguió todos los convencionalismos sociales que amerita el caso:

a) Le llamé para decirle que “teníamos que hablar de algo importante”, al preguntarme si era que iba a renunciar le dije que no, y para hacer más marcado el convencionalismo, le dije “No te puedo decir por teléfono”.

b) Luego de esperar varios días, mientras pensaba sobre el asunto y que debía o no decirle, espere que ella me preguntara. Me llamo un día y me salió con un “Epa ¿tu y yo no teníamos que hablar? Pensé que era el momento de salir de eso, y le dije que no viéramos ese mismo día.

c) Por más de una hora, mantuve una charla incomoda, esperando que ella me volviera a preguntar o mejor aún que no lo hiciera finalmente, lo cual no sucedió.

d) La mire fijamente al rostro, y al fin, como la peor novela mayamera del mundo le solté: “Lo que te iba a decir es que soy gay, te voy a dar 10 minutos para que me preguntes lo que consideres necesario y eso será todo”.

Pero entonces la secuencia se rompió, y ya no pude hacer más numerales, el guión cambio cuando ella me dijo:

―No tengo nada que preguntarte.

―Bueno imagino que lo sospechabas, lo cual es natural, somos amigos hace siglos y nunca me has conocido novia.

―No lo sospechaba, sólo que para mí eso no es sorprendente, tengo muchos amigos gays, y normal pues. Es más, yo nunca te he visto por ahí con nadie, y siempre estas que si viajando los fines de semana a otros lados ¿Tienes a alguien por allá?

―No, solo viajaba por cursos o cosas así…

―… Porque si tienes a alguien por allá, yo quiero conocerlo ¿Tú no crees que deberías vivir tu vida más normal, es decir salir con tu novio aquí y tal? Uno es lo que es y ya, sin importar con quien te acuestes.

Tenía muchas emociones mezcladas, por un lado me sentía bien porque se lo había tomado en forma positiva, por otro lado tenía ganas de preguntarle si era lesbiana o algo así. Dentro de mis paradigmas no cabía una situación así.

―Ya te dije que no tengo novio. Sólo una relación por pin tal vez ―ambos reímos.

Y la tarde siguió normal, como si no le hubiese dicho nada. Y yo me sentí mejor, pudimos hablar de lo hermoso que es Kato, el asistente del Avispón Verde, que fue la película que vimos. Al llegar a casa comprendí, que aunque todavía hay mucha discriminación, cuando se trata de amigos o alguien que de verdad te aprecia se lo tomara bien, o al menos te respetara, o como en este caso, te demostrara que nuestro miedo es mas infundado que cierto.

P.S.: La de la foto es mi abuelita, que últimamente me tiene súper consentido, y su pose de “Arréglate ese pantalón / me dijeron que te vieron” me pareció súper ;)