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Mezclas de historias, tragos y amigos



Cuando estaba en la universidad mezclar amigos siempre me pareció algo terrible. En parte era un tema de que realmente solo dos personas me han conocido bien y la idea que mucha gente supiese todo sobre mí me aterraba un poco. Me gusta tener varios grupos de amigos: Aquellos con los que sales cuando te quieres sentir superficial y parte del sistema. Los otros para cuando quieres una conversación tranquila para hablar sobre el futuro y tal vez aquellos que en verdad no son tus amigos… Pero para algo sirven.

Mi hermano menor, mi papá y mi mamá suelen decirme que yo vivo encerrado en mi propio mundo. Yo los entiendo, ellos solo forman parte de uno de mis círculos (el familiar), pero no saben todo sobre mí, y probablemente nunca lo sabrán. Considero provechoso tener algo entre manos (por ejemplo una historia sobre alguien con quien estés saliendo) y poder contar diferentes “versiones” de lo sucedido: Una versión literal para los amigos de las conversaciones, una versión divertida con los detalles escabrosos para los amigos superficiales y un fingir tipo “no esta pasando nada conmigo” con los que no sabes si sirven para algo, y en el caso de la familia, que al final son los que están toda la vida contigo, no decirles nada con lo que luego puedan espetarte cosas como tu no tienes moral para decirme eso.

Sin embargo uno de estos días pensé ¿Por qué no mezclar estos dos universos y ver que pasa? ¿Que pasa si los amigos mas intelectuales se mezclan con los que casi no conoces? ¿Cuáles serían los resultados?

La ocasión se presento a una fiesta a la que fui invitado. Como es usual, pensaba acudir solo, pero recibí un mensaje desconcertante:

“Si quieres puedes traer a alguien, la entrada es para dos personas”

Era la primera vez que recibía una invitación para mi y específicamente se me estaba pidiendo llevar a un acompañante (o al menos así lo sentí). Pensé que mi amigo, pese a que siempre ando solo, considero que a estás alturas tal vez estaba saliendo con alguien… Era muy tarde para tratar de convencer a los más cercanos de acudir a una fiesta en Maracay en la noche y regresarnos al día siguiente en plena madrugada ¿Qué debía hacer? Decidí llamar a uno de mis amigos mas “guerreros” que sin pensárselo dos veces dijo que si.

Y de repente estaba nervioso.

Y después no estaba seguro de cómo se la llevarían.

Al final casi desee que pasara algo y que no fuéramos.

Pero cuando llegamos todo fue divertido. Resulto que el novio del amigo que me invito seguía a mi acompañante en Twitter y viceversa. Reímos y bebimos. Fue divertido mostrar otra cara de mi, mas sincera, por decirlo de alguna forma, pero al parecer yo no era el único que estaba haciendo ese experimento. Mientras nos dirigíamos al lugar alguien de los que venía en el grupo llamo mi atención. No era especialmente guapo, ni especialmente feo. Un sujeto normal, lo vi y me vi. De pronto me sentí overdresed, después recordé que andaba en sneakers y me calme.

Cuando ya tenia un trago encima mi amigo le pregunto al interesante cual era su asunto.

—No es gay —me susurro.

Yo no quería admitir que me gustaba un poco, pero la noticia me desanimo bastante. Sin embargo, con un par de tragos más (de mi parte, pues él no tomaba), comencé a animarme y hablarle un poco más.

Me dijo que estudiaba educación y parecía ser de esas personas ilusionadas, que están en ese momento de su carrera en la universidad en las que creen que cuando salgan cambiaran al mundo. Luego comencé a presionarle un poco.

—Si quieres puedo hablarle a una de esas muchachas por ti.

Noté cierto nerviosismo en él. Era como cuando yo estaba en Narnia y mis primos y familiares no hacían otra cosa que instarme a hablarle a las mujeres. Eso me envalentono, algo dentro de mí me decía que estaba vengando por todos esos años en los que era inseguro y no podía defenderme de esos ataques solapados, pero no me importo.

—¿Cuántos años tienes? —le pregunto Taleb.
—Diecinueve

Aparentaba al menos 23.

—Es por la barba —explico. Reprimí el impulso de tocársela. Sería una falta de respeto.

Luego de algún tiempo y algunos sorbos más ya estaba fuera de mi, como es natural.

—No entiendo que haces aquí ¿No se supone que los hombres heteros de diecinueve años deben es andar pendientes de un culo, de un perreo una cosa?

Era verdad ¿Qué hacía un chico hetero en un sitio snob con cinco hombres mas? El no respondió nada, solo se echó a reír, y creo que murmuro algo como que el no es de seguir esquemas pero no estoy seguro.

Varios tragos después, muchas risas e intentos de contaminarle su agua con vodka, estábamos sentados juntos, más cerca de lo que yo creía posible. Había decidido ya que el chamo simplemente era un engañado o un heteroflexible, hasta que una de mis artimañas dio en el blanco.

—Deberías venir la semana que viene, vendrá una amiga mía, es mi mejor amiga de hecho. Es muy bonita —añadí.
—¿Y como estás seguro de que le voy a gustar?

Fue así que recupere la cordura. Mire hacia al frente donde una pantalla alternaba imágenes con el arte del evento y un absurdo logotipo “Yo <3 rumba”. El arte del evento era elegante y bien hecho mientras que el logotipo de la rumba era absurdo y destilaba mal hacer por todos lados… Dos mundos, dos cosas distintas unidas en una sola ocasión.

Fue así como supe que mezclar amigos, mundos y tragos nunca fue una mala idea, sirvió para darme cuenta que en todos nuestros “mundos” las personas tienen los mismos problemas. Fue divertido ver todas esos amigos interactuando, y por qué no decirlo: Fue agradable emprender el camino de regreso a “mi mundo” acompañado.

Nos vemos la otra semana J