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Venezuela

Debido a lo que esta ocurriendo en el país he decidido darle un receso al blog hasta el próximo sábado.
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Los poderosos



Una vez escribí como “hacerse con una reputación” por mas tonto o increíble que parezca afecta la forma en que te tratan los demás (ver). Parece algo absurdo porque después de todo, se supone que los hombres “no somos así”, pero resulta que si somos así y más.

No obstante hay un tipo de hombre que no sufre ninguna de esas cosas. Son sujetos de buena familia, de apellidos raros o de una gran belleza, que para bien o para mal están al margen de todo eso. Es de común acuerdo que estas personas pueden hacer lo que les de gana, con quien les de la gana y luego salir airosos de la situación sin que ello les afecte en lo más mínimo. Para estos hombres no existe tal cosa llamada “reputación”.

Sr. Valencia

Sr. Valencia es médico. Es alto y guapo. A dónde quiera que va siempre llama la atención. Yo comencé a saber de él por un amigo que siempre lo “stalkeaba” en las redes sociales. Como me parecía bonito lo añadí a mi lista secreta de “stalkeo”. Nunca hace daño seguir a un personaje digno de nuestra valencianidad.

Luego “coincidimos” (entre comillas porque era una fiesta paga) en una fiesta en la que él y el resto de su promoción eran los anfitriones. Era muy fácil darse cuenta que donde quiera que pasaba la gente decía cosas sobre él. Inclusive las personas con quien andaba tenían algún chisme o algo jugoso que decir. Me preguntaba ¿cómo alguien con semejantes historias podía andar por ahí tan tranquilo? Mientras pensaba eso lo veía con la camisa negra de su promoción posando en una foto.

Luego lo increíble pasó. Blandi y Sr. Valencia comenzaron a salir. Blandi sabía algo de “su reputación” y ocasionalmente hacía “chistes” al respecto que no voy a mencionar.  Pero la cuestión es esa. Un terapeuta me dijo hace poco que cuando nos enfrentan a una situación seria o real y nos reímos o hacemos un chiste, en cierta forma estamos admitiendo que es real. También recuerdo una conversación que considero mi inspiración para este tema:

—¿No te da como “algo” salir con alguien tan “popular”? —le pregunto.
—La verdad es que yo no quiero salir con él por lo que representa, simplemente me gusta y ya.

En una simple frase estaba resumido todo. Eso jamás habría pasado con alguien feo o pobre.

Príncipes y princesos

La historia de amor entre el príncipe de origen probablemente italiano al que llamaremos Prince Graziani y su Princeso P. Venturi (seguro italiano también), es probablemente lo mas cercano a la farándula que tenemos en Valencia.

Venturi es tan guapo que cuando lo ves en persona no queda mas que preguntarse si es real o fue que te atropelló un Aveo® dos puertas en el Viñedo mientras caminabas hacia Galerías. Por otro lado Graziani además de guapo (no tanto como el otro), es adinerado… Y mucho.

Era casi un hecho que dos seres de ese calibre se iban a encontrar estudiando la misma carrera sobrevalorada (medicina) en el único lugar que se puede estudiarla cerca (UC) y que inmediatamente tendrían algo, porque siendo francos ¿con quién más podrían salir?

De manera que si estabas atento o preguntabas, te llegaban miles de detalles de ellos sin hacer mucho esfuerzo. Fotos, conversaciones, chismes. Cada gay en Valencia que los seguía sabía una parte de la novela porque los vio en algún sitio, poseía un amigo en común con ellos, los tenia en Facebook o simplemente lo inventaba. También cada cual tenía su favorito. El mío es Graziani.

Pero no todo era un camino de rosas. Las personas de ese calibre tienen responsabilidades que no entendemos. Se deben a un apellido, a un estatus, a una familia o una cuenta bancaria de sus padres y deben hacer muchas cosas para mantenerlas. Es probablemente el caso de P. Venturi, que vivía en Narnia y eso alimentaba las mas bajas pasiones de muchas mujeres. P. Graziani por otro lado no solo vivía fuera de Narnia con Aslan y toda la comitiva sino que además era la mejor amiga de todas esa mujeres. Una paradoja.

En la misma fiesta

En la misma fiesta donde esta Sr. Valencia tomándose fotos sin ni siquiera darse por enterado todo lo que comenta la gente sobre él, también está P. Venturi y no solamente se pasea por ahí con su belleza de ciencia ficción, sino que además va a cantar. Sr. Controlador esta al borde de la histeria, justo como las mujeres delusional que gritan cosas mientras él y su grupo suben a la tarima y hacen ese pasito nefasto de Servando y Florentino que tanto daño ha hecho. Pero cuando eres así de hermoso todo se te perdona.

Por otro lado P. Graziani, como todo el mundo obviamente sabe, esta en otro estado, haciendo su rural. A las 2 a.m. cuando la mayoría esta borracha un rumor causa una conmoción. Al parecer una de las mujeres engañadas “triunfó” y se besó con P. Venturi delante de todos y no solo eso, se lo llevo a quien sabe que lugar.

Fue el inicio del fin de la historia de amor de esos príncipes. Ya no llegaron mas fotos de fiestas. La historia se acabó. Un día entro a Conos® con Sr. Controlador y veo P. Graziani (mi favorito) flanqueado de cinco mujeres. Luego de superar mi histeria, colegí que obviamente no estaba en una relación, lo cual me parecía lógico ¿con quien podría el salir en Valencia luego de P. Venturi?


Lo que te de la gana

Otro día estoy en uno de esos concesionarios tristes a ver si logro conseguir cualquiera de esos carros chinos y allí esta P. Venturi. Hice mi trabajo de paparrazi enviando una foto a los interesados por Whatsapp®. Comprobé de primera mano como me llegaban las fotos a mi. Me pregunté como alguien de tan extraordinaria belleza no había escogido el camino fácil de salir de Narnia y evitarse la humillación de tener que rogar por un carro en un lugar así. Cuanto ya estamos a punto de ser atendidos me habló:

—¿Tu también vienes con Levy?
—Si —respondo.
—Ya vamos a pasar ¿desde cuando estás en lista?
—Diciembre.
—Ya vamos a pasar —repite.

La observación era tan tonta, pero el era tan hermoso, que nada importaba.  Después que vi a la vendedora sonriendo mientras el se marchaba, comprendí que después de todo y pesar de haber escogido el camino difícil él estaría bien. Le darían su carro antes que a mi y ya se conseguiría a otro P. Venturi; después de todo las personas como él pueden hacer lo que les de la gana.

Un año después

Un año después estoy en la misma fiesta de médicos pero con personas distintas. Sr. Valencia pasa y uno de los que está ahí se le queda mirando. Es tan evidente que le pregunto:

—¿Lo conoces?
—Algo… y no me importa.

¡Hasta el próximo sábado!
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Hacer amigos en Valencia (y tal vez en cualquier otro lugar)… A mi manera



Este post esta dedicado a todas esas personas que aún se la pasan repitiendo ese viejo mensaje de que los valencianos son una mierda. Les tengo una noticia: Eso no tiene que ver con la ciudad, pueden ser ustedes. La imagen es cortesía de Sr. Controlador :)

Si usted esta de visita en Valencia pero no nació aquí, o por alguna razón que ni yo mismo puedo alcanzar a comprender se ha mudado para acá, siga leyendo. También pueden haber aquí ideas interesantes para cualquier otra ciudad/pueblo en otra parte del tercer mundo.


La iniciación

Cuando regresé a Valencia no conocía a nadie. En el colegio me fue mal. Además yo soy de otra época: No habían celulares. De manera que perdí casi todo el contacto con la gente que conocía ¿por dónde empezar? Tampoco soy muy fan del Facebook: Odio tomarme fotos, salir en fotos y todo lo que eso implica. Tomó muy pocos momentos para darme cuenta al abrir mi Facebook que si esas personas no me cayeron bien en el liceo mucho menos iban a hacerlo ahora que tenían dos muchachos, de manera que solo hice un álbum de “variadas” y me salí de allí.

Paradójicamente no debes salir solo

Valencia es una ciudad difícil. Los mas radicales dicen que aquí se come mucha… tu sabes. Pero no me gusta verlo así. Sucede que si miras con mayor atención la gente aquí es desconfiada y mucho. No esta en una persona de acá creer que tu te le acercas con el simple interés de conocerle, lo cual en la mayoría de los casos resulta ser cierto. Al menos acostarte con él quieres, por decir lo menos.

Un día estoy con unos amigos cuando aún existía “Gente muy importante” y veo a alguien solo y suficientemente interesante. Les digo:

—Deberíamos decirle que se una con nosotros.
—¡Estás loco! —me dicen— ¡anda tú si quieres!

No sabía que pensar al respecto.

No obstante, una foto te ayuda a conocer a tu mejor amigo

Pero por una foto conocí a uno de mis mejores amigos. Fue un proceso largo. La foto sirvió para darnos cuenta que vivíamos en el mismo municipio. Luego de eso me costó entrar en su vida. Una vez le tuve que aplicar la ley del hielo, pero poco a poco, dentro de sus múltiples ocupaciones familiares y personales comenzó a considerarme como un amigo de verdad. Nunca dejo de darle gracias al día que publicó esa imagen.

Reuniones random

Un día estoy en Locatel® con Sr. Controlador, viendo productos para diabéticos.

—Allá están unos amigos, vamos a saludarlos —me dice Sr. Controlador

Luego de las presentaciones veo que el novio del amigo de mi amigo me mira a través del cristal de sus lentes con aprehensión. Yo le respondo de la misma manera. Luego el se concentra en su novio y yo en Sr. Controlador. Ese fue el primer encuentro.

Otro día Sr. Controlador lo invita a tomar café y también estoy yo. Ese día pude hablar con él. En ese momento decidí que era una persona chévere. En esa época teníamos Blackberrys, so, intercambiamos PIN.

Y luego chateábamos mucho.

Y luego fuimos a Primo café nosotros dos, sin Sr. Controlador.

Para cuando fuimos la primera vez juntos a Green Hill Zone yo ya sabía que su apodo sería Blandi.

Tom-Tom

Antes también había una página que se llamaba Gay Romeo. A través de ella di con alguien que lucía muy bien en sus fotos y para mi sorpresa me respondió. Un día cuadramos una cita. Se veía muy diferente con respecto a sus fotos, pero aún así guapo a su manera particular. Para cuando me dijo que jamás había estado con un hombre yo sabía que solo podríamos ser amigos.

Pero fue el inicio de una amistad de mutuos acuerdos. El era menor que yo y se notaba. Salíamos mucho de noche y nos emborrachábamos. Conocíamos gente de internet y la invitamos a salir con nosotros y luego nos burlábamos juntos. Era el único que jamás me decía que no. Con el me regresé de Maracay a las 4am cantando canciones de Britney Spears. Pero luego yo di un paso adelante y él también, pero la brecha entre nosotros creció demasiado. Sus amigos me parecían tontos y tuve que seguir. Sin embargo el cariño sigue ahí.

¿Ustedes salieron sin mi?

Quedé mal con esas cervezas del miércoles —digo.
—Si yo también —dice Sr. Arrogante.
—Ya va… ¿Ustedes salieron a tomar el miércoles? Es decir ¿cuándo? ¿cómo? —preguntó Sr. Intenso
—Bueno el otro día el me dio su numero y cuadramos y ya —respondió Sr. Arrogante— ¿Pasa algo? —pregunta divertido.
—No nada, equis ustedes pueden salir por su cuenta si quieren.

Hacerse el loco

Es muy común acá hacerse el loco para no saludar. Es algo que el ambiente te va metiendo en la cabeza. Por ejemplo entras en una panadería y ves a alguien del trabajo y finges demencia hasta que es inevitable saludarlo. Eres capaz de hablar tapándote la cara con la melena con tal de no saludar a alguien que esta a 10 metros en el mismo bar. Usas el teléfono como un obstructor de la atención cuando alguien conocido esta en el mismo pasillo del super que tú. Es muy difícil para mi entender eso y lo peor es que lo he hecho: Me he tapado la cara con menús en restaurantes que tienen una única estancia. He fingido estar haciendo cálculos trigonométricos en el teléfono mientras camino rápidamente por el pasillo de cualquier centro comercial. He cambiado de dirección sin razón aparente, entre otras cosas que no quiero ni nombrar.

No obstante cosas hermosas pueden pasar cuando rompes ese paradigma. Un día, de nuevo en “Gente muy importante” veo a alguien de Twitter®, estoy con Blandi y otro amigo quienes estaban ocupados en sus dramas del momento. Mi primer instinto valenciano fue hacerme el loco, pero era imposible, él me había visto. Me paso la mano por el cabello y me digo “¡qué carajo!” y camino directamente hacia él…

—Tu eres… —decimos al mismo tiempo.

Y luego viene el “Hola”, “Mucho gusto”, “¡Qué cómico que nos reconocimos de la nada!”, pero a los 15 minutos ya habíamos hecho clic. El estaba con unos amigos y los dejo atrás por seguir hablando con nosotros. Fue una noche muy genial porque conocimos a alguien nuevo e interesante. Para cuando terminó la velada yo ya había decidido que su nombre sería Sr. Intenso.

Dejar la guerra atrás

Hace poco salí con una vieja amiga. Me dice:

—Recuerdo que la primera vez que me diste la cola para el trabajo y te odié por hacerme caminar ese montón de cuadras a la parada
—Yo te odié por el simple hecho de que tuvieras el nervio de pedirme la cola.

Ambos reímos, pero fue bueno recordar eso. Ambos cedimos y ahora somos grandes amigos.

Lo mismo puede aplicar a los newcomers en Valencia. Dejen de pensar que la gente acá es muy diferente y se encontrarán con grandes sorpresas J. Este post es una primera parte. En la segunda viene lo bueno de nuestra gran sociedad Valenciana del Rey.


¡Hasta el otro sábado!