Los poderosos



Una vez escribí como “hacerse con una reputación” por mas tonto o increíble que parezca afecta la forma en que te tratan los demás (ver). Parece algo absurdo porque después de todo, se supone que los hombres “no somos así”, pero resulta que si somos así y más.

No obstante hay un tipo de hombre que no sufre ninguna de esas cosas. Son sujetos de buena familia, de apellidos raros o de una gran belleza, que para bien o para mal están al margen de todo eso. Es de común acuerdo que estas personas pueden hacer lo que les de gana, con quien les de la gana y luego salir airosos de la situación sin que ello les afecte en lo más mínimo. Para estos hombres no existe tal cosa llamada “reputación”.

Sr. Valencia

Sr. Valencia es médico. Es alto y guapo. A dónde quiera que va siempre llama la atención. Yo comencé a saber de él por un amigo que siempre lo “stalkeaba” en las redes sociales. Como me parecía bonito lo añadí a mi lista secreta de “stalkeo”. Nunca hace daño seguir a un personaje digno de nuestra valencianidad.

Luego “coincidimos” (entre comillas porque era una fiesta paga) en una fiesta en la que él y el resto de su promoción eran los anfitriones. Era muy fácil darse cuenta que donde quiera que pasaba la gente decía cosas sobre él. Inclusive las personas con quien andaba tenían algún chisme o algo jugoso que decir. Me preguntaba ¿cómo alguien con semejantes historias podía andar por ahí tan tranquilo? Mientras pensaba eso lo veía con la camisa negra de su promoción posando en una foto.

Luego lo increíble pasó. Blandi y Sr. Valencia comenzaron a salir. Blandi sabía algo de “su reputación” y ocasionalmente hacía “chistes” al respecto que no voy a mencionar.  Pero la cuestión es esa. Un terapeuta me dijo hace poco que cuando nos enfrentan a una situación seria o real y nos reímos o hacemos un chiste, en cierta forma estamos admitiendo que es real. También recuerdo una conversación que considero mi inspiración para este tema:

—¿No te da como “algo” salir con alguien tan “popular”? —le pregunto.
—La verdad es que yo no quiero salir con él por lo que representa, simplemente me gusta y ya.

En una simple frase estaba resumido todo. Eso jamás habría pasado con alguien feo o pobre.

Príncipes y princesos

La historia de amor entre el príncipe de origen probablemente italiano al que llamaremos Prince Graziani y su Princeso P. Venturi (seguro italiano también), es probablemente lo mas cercano a la farándula que tenemos en Valencia.

Venturi es tan guapo que cuando lo ves en persona no queda mas que preguntarse si es real o fue que te atropelló un Aveo® dos puertas en el Viñedo mientras caminabas hacia Galerías. Por otro lado Graziani además de guapo (no tanto como el otro), es adinerado… Y mucho.

Era casi un hecho que dos seres de ese calibre se iban a encontrar estudiando la misma carrera sobrevalorada (medicina) en el único lugar que se puede estudiarla cerca (UC) y que inmediatamente tendrían algo, porque siendo francos ¿con quién más podrían salir?

De manera que si estabas atento o preguntabas, te llegaban miles de detalles de ellos sin hacer mucho esfuerzo. Fotos, conversaciones, chismes. Cada gay en Valencia que los seguía sabía una parte de la novela porque los vio en algún sitio, poseía un amigo en común con ellos, los tenia en Facebook o simplemente lo inventaba. También cada cual tenía su favorito. El mío es Graziani.

Pero no todo era un camino de rosas. Las personas de ese calibre tienen responsabilidades que no entendemos. Se deben a un apellido, a un estatus, a una familia o una cuenta bancaria de sus padres y deben hacer muchas cosas para mantenerlas. Es probablemente el caso de P. Venturi, que vivía en Narnia y eso alimentaba las mas bajas pasiones de muchas mujeres. P. Graziani por otro lado no solo vivía fuera de Narnia con Aslan y toda la comitiva sino que además era la mejor amiga de todas esa mujeres. Una paradoja.

En la misma fiesta

En la misma fiesta donde esta Sr. Valencia tomándose fotos sin ni siquiera darse por enterado todo lo que comenta la gente sobre él, también está P. Venturi y no solamente se pasea por ahí con su belleza de ciencia ficción, sino que además va a cantar. Sr. Controlador esta al borde de la histeria, justo como las mujeres delusional que gritan cosas mientras él y su grupo suben a la tarima y hacen ese pasito nefasto de Servando y Florentino que tanto daño ha hecho. Pero cuando eres así de hermoso todo se te perdona.

Por otro lado P. Graziani, como todo el mundo obviamente sabe, esta en otro estado, haciendo su rural. A las 2 a.m. cuando la mayoría esta borracha un rumor causa una conmoción. Al parecer una de las mujeres engañadas “triunfó” y se besó con P. Venturi delante de todos y no solo eso, se lo llevo a quien sabe que lugar.

Fue el inicio del fin de la historia de amor de esos príncipes. Ya no llegaron mas fotos de fiestas. La historia se acabó. Un día entro a Conos® con Sr. Controlador y veo P. Graziani (mi favorito) flanqueado de cinco mujeres. Luego de superar mi histeria, colegí que obviamente no estaba en una relación, lo cual me parecía lógico ¿con quien podría el salir en Valencia luego de P. Venturi?


Lo que te de la gana

Otro día estoy en uno de esos concesionarios tristes a ver si logro conseguir cualquiera de esos carros chinos y allí esta P. Venturi. Hice mi trabajo de paparrazi enviando una foto a los interesados por Whatsapp®. Comprobé de primera mano como me llegaban las fotos a mi. Me pregunté como alguien de tan extraordinaria belleza no había escogido el camino fácil de salir de Narnia y evitarse la humillación de tener que rogar por un carro en un lugar así. Cuanto ya estamos a punto de ser atendidos me habló:

—¿Tu también vienes con Levy?
—Si —respondo.
—Ya vamos a pasar ¿desde cuando estás en lista?
—Diciembre.
—Ya vamos a pasar —repite.

La observación era tan tonta, pero el era tan hermoso, que nada importaba.  Después que vi a la vendedora sonriendo mientras el se marchaba, comprendí que después de todo y pesar de haber escogido el camino difícil él estaría bien. Le darían su carro antes que a mi y ya se conseguiría a otro P. Venturi; después de todo las personas como él pueden hacer lo que les de la gana.

Un año después

Un año después estoy en la misma fiesta de médicos pero con personas distintas. Sr. Valencia pasa y uno de los que está ahí se le queda mirando. Es tan evidente que le pregunto:

—¿Lo conoces?
—Algo… y no me importa.

¡Hasta el próximo sábado!

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