Hacer amigos en Valencia (y tal vez en cualquier otro lugar)… A mi manera



Este post esta dedicado a todas esas personas que aún se la pasan repitiendo ese viejo mensaje de que los valencianos son una mierda. Les tengo una noticia: Eso no tiene que ver con la ciudad, pueden ser ustedes. La imagen es cortesía de Sr. Controlador :)

Si usted esta de visita en Valencia pero no nació aquí, o por alguna razón que ni yo mismo puedo alcanzar a comprender se ha mudado para acá, siga leyendo. También pueden haber aquí ideas interesantes para cualquier otra ciudad/pueblo en otra parte del tercer mundo.


La iniciación

Cuando regresé a Valencia no conocía a nadie. En el colegio me fue mal. Además yo soy de otra época: No habían celulares. De manera que perdí casi todo el contacto con la gente que conocía ¿por dónde empezar? Tampoco soy muy fan del Facebook: Odio tomarme fotos, salir en fotos y todo lo que eso implica. Tomó muy pocos momentos para darme cuenta al abrir mi Facebook que si esas personas no me cayeron bien en el liceo mucho menos iban a hacerlo ahora que tenían dos muchachos, de manera que solo hice un álbum de “variadas” y me salí de allí.

Paradójicamente no debes salir solo

Valencia es una ciudad difícil. Los mas radicales dicen que aquí se come mucha… tu sabes. Pero no me gusta verlo así. Sucede que si miras con mayor atención la gente aquí es desconfiada y mucho. No esta en una persona de acá creer que tu te le acercas con el simple interés de conocerle, lo cual en la mayoría de los casos resulta ser cierto. Al menos acostarte con él quieres, por decir lo menos.

Un día estoy con unos amigos cuando aún existía “Gente muy importante” y veo a alguien solo y suficientemente interesante. Les digo:

—Deberíamos decirle que se una con nosotros.
—¡Estás loco! —me dicen— ¡anda tú si quieres!

No sabía que pensar al respecto.

No obstante, una foto te ayuda a conocer a tu mejor amigo

Pero por una foto conocí a uno de mis mejores amigos. Fue un proceso largo. La foto sirvió para darnos cuenta que vivíamos en el mismo municipio. Luego de eso me costó entrar en su vida. Una vez le tuve que aplicar la ley del hielo, pero poco a poco, dentro de sus múltiples ocupaciones familiares y personales comenzó a considerarme como un amigo de verdad. Nunca dejo de darle gracias al día que publicó esa imagen.

Reuniones random

Un día estoy en Locatel® con Sr. Controlador, viendo productos para diabéticos.

—Allá están unos amigos, vamos a saludarlos —me dice Sr. Controlador

Luego de las presentaciones veo que el novio del amigo de mi amigo me mira a través del cristal de sus lentes con aprehensión. Yo le respondo de la misma manera. Luego el se concentra en su novio y yo en Sr. Controlador. Ese fue el primer encuentro.

Otro día Sr. Controlador lo invita a tomar café y también estoy yo. Ese día pude hablar con él. En ese momento decidí que era una persona chévere. En esa época teníamos Blackberrys, so, intercambiamos PIN.

Y luego chateábamos mucho.

Y luego fuimos a Primo café nosotros dos, sin Sr. Controlador.

Para cuando fuimos la primera vez juntos a Green Hill Zone yo ya sabía que su apodo sería Blandi.

Tom-Tom

Antes también había una página que se llamaba Gay Romeo. A través de ella di con alguien que lucía muy bien en sus fotos y para mi sorpresa me respondió. Un día cuadramos una cita. Se veía muy diferente con respecto a sus fotos, pero aún así guapo a su manera particular. Para cuando me dijo que jamás había estado con un hombre yo sabía que solo podríamos ser amigos.

Pero fue el inicio de una amistad de mutuos acuerdos. El era menor que yo y se notaba. Salíamos mucho de noche y nos emborrachábamos. Conocíamos gente de internet y la invitamos a salir con nosotros y luego nos burlábamos juntos. Era el único que jamás me decía que no. Con el me regresé de Maracay a las 4am cantando canciones de Britney Spears. Pero luego yo di un paso adelante y él también, pero la brecha entre nosotros creció demasiado. Sus amigos me parecían tontos y tuve que seguir. Sin embargo el cariño sigue ahí.

¿Ustedes salieron sin mi?

Quedé mal con esas cervezas del miércoles —digo.
—Si yo también —dice Sr. Arrogante.
—Ya va… ¿Ustedes salieron a tomar el miércoles? Es decir ¿cuándo? ¿cómo? —preguntó Sr. Intenso
—Bueno el otro día el me dio su numero y cuadramos y ya —respondió Sr. Arrogante— ¿Pasa algo? —pregunta divertido.
—No nada, equis ustedes pueden salir por su cuenta si quieren.

Hacerse el loco

Es muy común acá hacerse el loco para no saludar. Es algo que el ambiente te va metiendo en la cabeza. Por ejemplo entras en una panadería y ves a alguien del trabajo y finges demencia hasta que es inevitable saludarlo. Eres capaz de hablar tapándote la cara con la melena con tal de no saludar a alguien que esta a 10 metros en el mismo bar. Usas el teléfono como un obstructor de la atención cuando alguien conocido esta en el mismo pasillo del super que tú. Es muy difícil para mi entender eso y lo peor es que lo he hecho: Me he tapado la cara con menús en restaurantes que tienen una única estancia. He fingido estar haciendo cálculos trigonométricos en el teléfono mientras camino rápidamente por el pasillo de cualquier centro comercial. He cambiado de dirección sin razón aparente, entre otras cosas que no quiero ni nombrar.

No obstante cosas hermosas pueden pasar cuando rompes ese paradigma. Un día, de nuevo en “Gente muy importante” veo a alguien de Twitter®, estoy con Blandi y otro amigo quienes estaban ocupados en sus dramas del momento. Mi primer instinto valenciano fue hacerme el loco, pero era imposible, él me había visto. Me paso la mano por el cabello y me digo “¡qué carajo!” y camino directamente hacia él…

—Tu eres… —decimos al mismo tiempo.

Y luego viene el “Hola”, “Mucho gusto”, “¡Qué cómico que nos reconocimos de la nada!”, pero a los 15 minutos ya habíamos hecho clic. El estaba con unos amigos y los dejo atrás por seguir hablando con nosotros. Fue una noche muy genial porque conocimos a alguien nuevo e interesante. Para cuando terminó la velada yo ya había decidido que su nombre sería Sr. Intenso.

Dejar la guerra atrás

Hace poco salí con una vieja amiga. Me dice:

—Recuerdo que la primera vez que me diste la cola para el trabajo y te odié por hacerme caminar ese montón de cuadras a la parada
—Yo te odié por el simple hecho de que tuvieras el nervio de pedirme la cola.

Ambos reímos, pero fue bueno recordar eso. Ambos cedimos y ahora somos grandes amigos.

Lo mismo puede aplicar a los newcomers en Valencia. Dejen de pensar que la gente acá es muy diferente y se encontrarán con grandes sorpresas J. Este post es una primera parte. En la segunda viene lo bueno de nuestra gran sociedad Valenciana del Rey.


¡Hasta el otro sábado!

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