Nuestro extraño noviazgo


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Al terminar y empezar el otro semestre Enawo y yo éramos seres inseparables, a diferencia de las vacaciones anteriores hablamos por teléfono muchas veces (de la cuales me sentía feliz pues el fue el que llamo la mayor parte del tiempo), aunque claro no nos veíamos pues yo pasaba las vacaciones en Valencia.

No obstante Ana empezó a emitir señales de alerta, la separación física de Enawo y mía durante ese tiempo pareció unirlos más, por lo que necesitaba reforzar el plan. Estaba claro que el noviazgo existía y que ellos lo mantenían en secreto. Estaba convencido además que Enawo sentía atracción por mí, aunque quizás no se atrevía a confesárselo frente al espejo como hacemos los gays asumidos. En ese escenario, su propio secreto era mi tabla de salvación para mantenerlos separados el mayor tiempo posible. Usaba todas mis artes manipuladoras para convencer, acallar y aplacar cualquier rumor del noviazgo con ella. La gente se convencía conmigo, pues ¿Quien mas que yo para saber, que pasaba todo el día con el! Era increíble que en ese nivel de éxtasis, no me importaban los comentarios cada vez más insistentes de la gente sobre Enawo y yo. Mi estatus académico impedía que la gente se burlara o comentara delante de nosotros. Muchos de los chismosos que seguramente se morían por hacernos pasar vergüenza (injustamente, por que materialmente no teníamos nada) dependían de mí, de mis cuadernos perfectos, de mis preparadurías de Costos, Estadística y Contabilidad, de mis exámenes resueltos. Llegue a un punto en que controlaba todo a mi alrededor, y se sentía muy bien además. Me divertía tanto observar a esos chismosos susurrando cosas cuando nos veían reír en el cafetín, o cuando llegábamos juntos a la universidad, cuando nos veían en la calle. El amor ciego hizo esfumar todos mis miedos de revelarme como un homosexual.

Pero en este semestre Ana pasaba más tiempo con nosotros. Me fastidiaba verla en todas mis clases. Enawo había adquirido la costumbre de rodar su pupitre junto al mío en las clases, costumbre que se hizo molesta cuando Ana también rodaba el suyo, y así nos sentábamos, como una paradoja, con el en el medio, el hombre que nos obligaba a tratarnos y que el fondo nos hacía sentir celos del otro.

No soporte a Ana mucho tiempo, me fastidiaba su manía se querer saber todo de mi, y me irritaba cuando le enviaba mensajes de texto a Enawo cuando todos estábamos juntos. Un comentario de Enawo, me ayudo a intensificar el plan.

—Me gustaría inscribirme a estudiar Derecho en la mañana —fue lo que dijo.

Que además de compartir trabajo y una carrera, compartiéramos otra carrera, me obligaría prácticamente a mudarme a su casa. Volví a caer victima de las bajas pasiones. Lo convencí para inscribirnos y aunque a último momento luego que el formalizo su inscripción yo estuve por no hacerlo, por motivos económicos, un refrán vulgar de una ex cuñada me dio el empujón que necesitaba: “Cualquier culo echa sangre” rezaba el refrán.

De manera que, me inscribí y empezamos a estudiar juntos. Ahora lo veía desde las siete de la mañana, desayunábamos juntos, nos íbamos a su casa, almorzábamos juntos, pasamos la tarde haciendo trabajos, nos íbamos a la universidad y en la noche nos despedíamos. ¿Qué si me fastidie de tanto verlo? Todo lo contario, era feliz, completamente feliz. Ahora antes de los examines era ritual obligado que yo me quedara durmiendo en su casa, y como a veces su papa se instalaba a jugar en la computadora, matábamos el tiempo hablando, cenando por ahí… Era tan feliz, que creo no podría expresarlo en palabras. Sus papás no tenían dudas con respecto a mi, confiaban tan ciegamente en el, que a veces rayaban los limites de la idiotez. Ya había notado yo, que Enawo poseía un gran defecto: Algunas veces decía mentiras pequeñas en forma compulsiva. Mentiras que aunque no hacían daño a nadie, eran mentiras, que su papas se tragaban enteritas y sin vaso con agua de por medio.

Nuestra relación se fortaleció y mi dominio sobre él también (y el suyo sobre mi). Me prestaba dinero que nunca le pagaba. Le pedía favores inverosímiles que implicaban irme a buscar a la casa y esperar afuera que yo me terminara de vestir. Me ayudaba con mis labores personales con respecto a mi casa y a mi papá, estaba totalmente a mi disposición. Ana nunca hacía trabajos con nosotros por pedido específico mío. Cuando me sugería incluirla en algún trabajo sólo le decía: “Ella no, tu sabes que a veces no aporta mucho”. Amén. Recuerdo especialmente una vez que le pedí que me fuera a buscar a un centro de comunicaciones para luego ir a su casa. Estaba en el Messenger esperando la transferencia de una foto cuando el llego, le dije que me esperara afuera (de todos modos no podían estar dos personas en una computadora), y me espero cerca de 30 minutos bajo el sol inclemente de las 11 de la mañana, obvio que me mando mensajes de texto, pero yo solo le respondía, “Ya bajo, espérate”. Yo también hacía cosas por el, lo acompañaba a hacer molestas diligencias bancarias para su papa, me trasnochaba con él mientras preparaba los productos químicos que vendía su papa (algo muy rentable debo añadir). Lo acompañaba a lejanas comunidades donde los únicos habitantes parecían ser los zancudos que me picaban y los desarrapados indígenas que compraban los productos de limpieza y las mercancías de su padre, que el llevaba para vender. Usaba mi red de conocidos para hacerle firmar los estados financieros que su papá necesitaba para sus operaciones comerciales. Le ayudaba a asear su cuarto, también le prestaba dinero. Pero ir al banco no era fastidioso, las picadas de zancudo no se enrojecían ni me dolían, no sentía ninguna pena de molestar a alguien para que me firmara un balance (gratuitamente, he ahí la magnitud de ese favor y de la pena), no me daba sueño, y creo que no sentía mi acostumbrada aversión a acomodar y ordenar…

En este punto algunos se preguntaran ¿Si lo controlaba tanto al punto que hacía cualquier cosa por mi, por que no le confesé mis sentimientos? Más allá de todo lo narrado hasta aquí, Enawo no había dado muestras de querer acercarse (aún) más a mí, hacíamos todo lo que se suponen hacen los novios, menos lo que mas disfrutan claro… Muchas veces estuve a punto de confesárselo, pero el Sandum razonable se apoderaba de mí en ese momento. Me hacía ver como sería mi vida si no tuviese a Enawo y me atormentaba con imágenes de separaciones abruptas e insultos de su parte.

Ana siguió marcando posiciones, se aparecía en nuestros desayunos, algunas veces intentaba pasar la tarde con nosotros, y aunque varias veces no fue a petición mía, bajo el argumento que interrumpiría nuestro trabajo o actividad, a veces era inevitable. Sufría más con las largas conversaciones telefónicas, y decidí marcar territorio también. Una noche mientras estábamos estudiando, sonó el teléfono: “Es esa estúpida”, pensaba. En efecto, pasaron los minutos, y la molestia iba creciendo en mí. Acomode la cama y me hice el dormido. Cuando de verdad me estaba durmiendo escucho: “Sandum, Sandum, Sandum”, recobre el sentido sin abrir los ojos y balbucee: “Estudia tu sólo yo tengo sueño”.

A la mañana siguiente le pedí encarecidamente que no me llevara a su casa para hacerme perder el tiempo mientras el hablaba por teléfono. Amén. Al día siguiente sentí un gozo tremendo cuando escuche que le dijo a Ana: “Hoy no vamos a hablar tanto, Sandum esta aquí y vamos a estudiar”.

Conocer tanto a Enawo, no me quito el enamoramiento que sentía, pero si me hizo tocar tierra y deje de idealizarlo. Descubrí por la convivencia que era desordenado en extremo, pasaba dos o tres horas más de las debidas sin tomar un baño, y lo peor es que era un mentiroso compulsivo, y aunque aún me lanzaba a cualquier barranco por el, la euforia y la adoración inicial comenzaba a pasar y mis sentimientos eran mas sosegados.

10 comments

The Dreamer | 14 de septiembre de 2009, 22:10

Por como terminó, asumo que lo siguiente es el adiós :S

Gab Romanoff | 14 de septiembre de 2009, 23:39

continuara?

Thiago | 15 de septiembre de 2009, 2:01

Ay dios, parece que tienen razón los que dicen que el enamoramiento dura poco. O es que no estabas enamorado de verdad. Cuando empezamos a encontrar defectos en el que antes nos parecía tan perfectos es que el amor está empezando a abandonarnos...

La verdad es que tu historia tan vivida por todos, no deja de ser interesante. Todo gay hemos tenido el amigo del alma compañero del colegio con el que estabamos todo el dia juntos sin dar ese paso que salva la amistad del amor. Creo que con ninguno de "mis mejores amigos" de mi epoca de insituto, de todas formas, estuve tan colado como tu, y no me he arrepentido nunca de haber intentado algo... La verdad es que con los que me gustaron salió solo, y con otros no había suficinete atracción física, asi que llevaba mis escarceos sexuales por un lado y mis ejercicios de matermaticas por otro, jajajaj

Bezos, cariño

Sandum | 15 de septiembre de 2009, 6:52

Hola a todos! El miércoles es el capitulo final!

Anónimo | 15 de septiembre de 2009, 10:16

Hay de por Dios, sin saber como va a terminar todo esto!!! Novio, me tienes en ascuas!!!

Un abrazote

Pridamo Prístino | 15 de septiembre de 2009, 17:04

Definitivamente esto está muy bueno, esperaré entonces como siempre, la próxima entrega... :P

Excelente Post.

Pridamo.

NewSaint73 | 15 de septiembre de 2009, 18:08

Chango se me habia perdido la direccion del blogg, bueno toy esperando el resto de la historai que va buenisima...saludos desde bogota..

Chau...nos leemos luego..

Daniela. | 16 de septiembre de 2009, 11:31

Me ha gustado tanto esta historia con Enawo! "Enawo no había dado muestras de querer acercarse (aún) más a mí" esto me hace pensar que sí pasó algo más con el chico, algo más que amistad, la curiosidad nos está matando a todos aquí jejeje

¡Saludos!

Joey | 18 de septiembre de 2009, 11:32

El juego del amor y el desamor es una ruleta rusa, por eso se debe salir a pescar cuando el cielo esta despejado.

Veamos como termina este relato.

Un gran abrazo.

Carlitos | 22 de septiembre de 2009, 16:28

Mucho más allá del valor de esta historia para el colectivo, disfruto muchísimo tu narrativa. Cariño, has crecido mucho como escritor desde que te leo y es un gusto enorme hacerlo cotidianamente. Un abrazo