Con unos tragos de más


 
No siempre sucede que todos los personajes están en un solo lugar al mismo tiempo y cuando eso ocurre es mejor prestar un poco más de atención. Tampoco es común que la barra sea libre y los tragos sean más fuertes que de costumbre. Si anexamos eso, muchas cosas pueden decirse, muchas otras tantas confesarse y a la mañana siguiente ya no hay arrepentimiento posible.
Las frases de borracho no se las lleva el viento.

         Jude y los límites

Cuando Jude me ve finge demencia, pues estoy flanqueado de Blandi, Sr. Controlador y Sr. Indeciso. Jude es uno de los nuestros, pero prefiere permanecer encubierto. Enseguida sé que algo va a pasar y espero que sea algo bueno.

Finalmente tengo la oportunidad de ver al novio. Era gordito y me pareció que especialmente esta noche era buena idea que viniese con él. Todo el jodido mundo está en Green Hill Zone HD y nosotros estamos allí también para celebrar ese momento.

Somos los primeros chicharrones pero la fiesta está por comenzar.

Primera ronda de tragos

En la primera ronda de tragos hablamos temas seguros, como la supuesta escasez de lubricante y lo que eso significa.

—En Farmatodo equis todavía hay —dice Sr. Controlador
—Ya uno no puede ni tirar, la crisis ha tocado todos los aspectos —dice Blandi.

Luego llega la gente de La Facultad.

—Ese es Sr. Gris —le susurro a Sr. Controlador— y aquel es el novio.
—¿Y los que están vestidos iguales?
—También son novios —responde Blandi.

Estamos en una época donde parece que cada nuevo estetoscopio está siendo comprado para uso de un miembro de nuestra comunidad.

Luego llega otro más.

—Yo vine solo y ahora me la pasaré con ustedes —Por ahora digamos que se llama Samán.
—Ah entiendo —le replico—, pero aquí las cosas no funcionan así, para entrar a este grupo primero debes llegar a hasta abajo.

Momentos después llega Sr. Intenso con Kid G., su nuevo novio.

Estamos completos. Hora de comenzar a servir y llevar.

Segunda ronda de tragos

 Para la segunda ronda de tragos ya Sr. Controlador esta como en el humor de la cuarta.

—Cuéntame lo que sabes de la que estaba —le digo a Samán.
—No puedo decir nada.
—¿Hay un acuerdo de confidencialidad?
—No, pero no puedo decir nada.
—Tal vez si te ofrezco un trato. Yo tengo una lista de cosas horribles que ha hecho, tal vez si te doy mi lista y tú me das la tuya…
—¿¡Una lista!?
—Así es…

Por un momento casi le pido el número ¿pero qué podría decirme que no sepa ya?

Mas tarde, justo en frente de mi aparece Abog. Baboso… un personaje conocido por nunca rendirse cuando se trata de Blandi. Al verme nos abrazamos.

—¿Dónde está Blandi? —me pregunta.
—Tú lo conoces, debe andar por ahí. Si no lo encuentras tú dudo que te vea entre tantas distracciones.

Yo y las llagas, las llagas y yo.

Tercera ronda de tragos

En la tercera ronda de tragos Sr. Controlador ya está cantando las canciones en voz alta. Luego voy al baño y Jude está a punto de algo indebido con alguien aún más indebido. Seguimos sin hablar.  Desde lejos ladeo la cabeza para decirle “¿Qué rayos estás haciendo?”. Me mira significativamente “No pasa nada”.

Más tarde lo veo bailando con el novio y el susodicho, todo en un pastiche difícil de explicar. Parecía un trio con uno muy poco consciente de lo que estaba pasando en sus narices.

De vuelta en mi grupo bailamos y nos tomamos fotos donde no me gusta como salgo.

—Tu y yo nunca nos gustamos me dice Sr. Intenso.

Después escucho a alguien diciendo “¡Qué wannabe la gente que toma snaps en las rumbas!”. Lo evalúo bien. Es un tipo average cualquiera con Converse® y franelita de algodón básica de Zara®. Es digno de admirar que alguien vestido así tenga el valor de usar la palabra wannabe. Pero decir eso es como una pendiente resbalosa.

Niños jugando juegos de gente grande mientras se pierde la cuenta de los tragos

Bueno lo que a mí me pasó es que choque el carro en la fiesta pasada —me dice Samán.
—Ah, tú eres el que destruyó el Samán de El Viñedo —le digo.
—¿Tu sabes?
—Yo siempre sé todo.

Más tarde llevamos a Sr. Controlador a tomar agua en su carro. Apenas puede caminar correctamente. Luego, un poco más recuperado, él decide irse y Sr. Indeciso y yo andamos con él.

—Si quieren yo los llevo —me ofrece Sr. Intenso.

Mientras eso sucede y se cambian ciertas cosas de carro, yo me quedo en una mesa con Sr. Intenso. Primero hablamos de su primera oferta laboral. Después pasa un súper hombre.

—Herma ese hombre tiene rato viéndome.
—Esta chévere —le respondo.

Al mismo tiempo, en el carro de Sr. Controlador, están Sr. Indeciso y Kid G. Están hablando de muchas cosas.

—Nos conocimos por Grindr® —contó Kid G—. Nos vimos por primera vez el dia de tu cumpleaños —continúa refiriéndose a Sr. Controlador

En su confusión borracha Sr. Controlador recordó como a él le dijeron otra versión. Pero decidió callar.

—A mí me molestaba el hecho de que M. no dejaba ser a Sr. Intenso y por eso yo decidí que había que separarlos —continuó Kid. G.

De vuelta en la mesa…

—Herma yo soy un hombre casado.
—A uno no se le quita nada viendo, tiene unos brazotes —digo a propósito.
—Si verdad ¡Qué tanto!

De vuelta en el carro…

—En un momento sentí que todo iba muy rápido, pero ahora somos muy felices.

Sr. Indeciso tuerce el gesto.

Dr. Sexy

El que faltaba aparece.

Nos comienza a contar algo sobre un “amigo-colega” que tiene que lo trae loco. Mientras habla, como no conozco a la persona a la que se refiere, comienzo a fijarme en la cicatriz de su nariz. No decido si eso lo hace ver mejor o peor.

—Yo ya no sé qué hacer —sigue diciendo—, peleamos, luego nos contentamos. Tenemos una relación de amor odio.
—Lo que tienes que hacer es meterle —puntualiza Blandi.
—Yo creo que ya no va pasar —dice el Dr.

Y no hago más que pensar que es cierto. La tensión sexual no cortada a tiempo se pone aún más dura y rancia. Nadie quiere eso ya.

—Me voy —nos dice—, ando con un grupo ahí y se pueden molestar si los dejo mucho tiempo.
—Vaya —replica Blandi

Yo lo abrazo y nos pellizcamos.

—Por los viejos tiempos —le susurro al oído.

Sonreímos.

Café y una reflexión

Pasado el mediodía es hora de otra reflexión.

—Recuerda que él es un niño todavía, él no sabe cómo fueron las cosas en realidad.
—Bueno es cierto, pronto la vida le enseñará una de las importantes lecciones… Lo que no empieza bien, rara vez termina bien.

Después dejo el teléfono, no me siento demasiado bien. Las resacas a mi edad explotan tarde.

-o-

¡Hasta el otro fin de semana!

 

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