Extraños
Hemingway dijo una vez que conocer a un
hombre y conocer lo que tiene dentro de su cabeza son dos asuntos distintos.
Cada día que pasa me doy cuenta de lo cierta que es esa frase.
Etapas
Un día salí con Blandi y un “amigo” de él. Ser el tercero en discordia es un papel
que he aprendido a interpretar a lo largo de los años, por lo que no me importó
mucho. Cuando ya ha pasado cierta cantidad de tiempo y la cosa comienza a
ponerse suficientemente extraña, de la nada aparece alguien y Blandi sale a su
encuentro dejándome solo –en la pista- con su date. Pocas veces en la vida había sentido yo tantas ganas de matar
a alguien pero sin embargo lo intenté.
—¿Quién es ese? —me preguntó finalmente
el abandonado.
“¿Qué crees tú?”, pensé.
—No tengo ni idea —respondí.
Me prometí esa noche que le diría a Blandi que si me hacía algo así se
olvidara de que volveríamos a salir de nuevo.
Dudando
Luego otro día estoy en El Templo y entre tanta gente que va y
viene me quedo hablando con alguien. Todo marcha bien y comienzo a preguntarme
si debería pedirle su número de teléfono. Luego de dos iteraciones de ir a
buscar trago Blandi me dice:
—Ustedes no han parado. Nawara.
En
las narices
Después estamos de tragos con Sr. Intenso y llega alguien a quien él previamente
por teléfono le confirmó que estaba allí. El grupo se divide y los originales
seguimos juntos, Sr. Intenso y su
nuevo acompañante se separan mas y más.
—El nuevo está totally pendiente de Sr.
Intenso —me dice Sr. Controlador.
—¿Tu dices? —pregunto por toda respuesta.
Me pongo a escuchar lo que están
hablando:
—La gente en Caracas es más tropical
—esta diciendo Sr. Intenso—. Allá en
las fiestas siempre hay salsa y cosas por el estilo, mientras que aquí en
Valencia la gente es como mas “mantuana”. Aquí reniegan de esa herencia
tropical.
—Mas wannabe —responde el gordito.
Entonces reparo en su aspecto. Por alguna
razón siento que le faltaba un control de PlayStation® para completar su look.
De pronto me pregunto si es mayor de edad. Sin alcanzarlo a comprender del todo
la situación comienza molestarme y sigo hablando con Sr. Controlador, quién a su vez esta en otro rollo.
—No entiendo nada de lo que están
hablando —nos dice Sr. Intenso.
—Sucedió algo mientras tu y tu amigo
hablaban de aeropuertos.
Cuando solté esa frase supe que estaba
fastidiado, pero aún así logré contenerme.
Y luego ambos se fueron juntos y comencé
a preguntarme como debía sentirme al respecto: indiferente, alcahueta, molesto
o si por el contrario no debía pensar nada al respecto y confiar en él.
Cumplefails
El mayor evento de mi cumpleaños fue que
ese día iniciaron los disturbios en la ciudad/país. Todo era un caos, pero
también yo tenia una dinner party
montada para la ocasión que ya no podía echar para atrás. Invertí bastante tiempo
explicándole a la gente como iba a llegar a mi casa y todo iba bien. No
obstante cuando todos llegaron y faltaba Sr.
Controlador realmente comencé a molestarme.
Luego me manda un mensaje disculpándose
que no puede ir ya que se había ido a casa de su novio y después este no había
querido llevarlo hasta mi casa. Me molesté tanto que comencé a sudar y Sr. Indeciso (Que apenas nos conocíamos)
trataba de calmarme. Absurdamente comencé a pensar en los años que teníamos de
amistad y me preguntaba si la misma era reciproca. “De todas las personas
invitadas la única que no podía faltar eras tú”, le respondí.
Ese día colegí que aquella era una vieja
pregunta que me acosaba desde todas aquellas veces que lo invitaba a salir y me
decía cosas como “tengo cambiar todos los bombillos de mi casa, aquí los demás
son incapaces de ayudar con nada”. Comencé a pensar en la frase de la jefa de Mr. Sunshine® explicándole que los cumpleaños
para ella son recordatorios de porqué estamos vivos y a quienes les importamos.
La depresión no hacía mas que aumentar.
El mensaje que me envió la mañana
siguiente, explicándole la conversación que tuvo con el novio ayudó menos a la
situación. Mi conclusión fue que la cena sirvió para saber a quien realmente le
importaba.
—Créeme que los que estamos aquí te
queremos demasiado —había dicho una amiga mientras veía su carro estacionado en la
calle desde la ventana del edificio.
Finalmente
Mientras estoy esperando en el carro y
veo a Sr. Controlador saliendo de su
casa, me doy cuenta que lo quiero mucho como para pelear por la tontería del
cumpleaños ¿qué importa el sushi que sobró en la mesa y los tragos que nadie se
tomó? ¿Qué importa los vasos que no se usaron,
las bromas que no escuchó y que luego le cuento para su beneplácito? ¿Qué importa
si una gente te sorprende? Lo verdaderamente importante es que luego siguen
allí… y que el pagó esa comida como disculpas.
¡Hasta pronto!
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