Egoísmo zen
Es lógico que cuando uno lleva tanto
tiempo viviendo una situación de pronto llegas a un estado de confort. Pasa en
el trabajo cuando tu jefe te tiene miedo y de repente tu controlas todo. Pasa
en tu urbanización cuando de pronto en el edificio del al frente se muda una
familia con 2 hijos veinteañeros guapos y tu vida adquiere un sentido especial
cuando los ves salir a trotar en tank
tops todas las mañanas… Pero también pasa con las cosas mas serias, como la
soledad.
Porque entras en un mundo donde solo
piensas en ti y en nadie más. Al principio es aburrido. Usas armaduras porque
crees que la gente te juzga o siente algún tipo de lástima de ti. No te atreves
a ir al cine solo porque piensas que todos te mirarán. Piensas en tomarte un
café, pero como no llevaste un libro o algo, no quieres ser visto disfrutando
una bebida y mirando al vacío.
Pero un día luego de tantos momentos que
creías embarazosos, luego de tantos tropiezos, luego de tantos pipi-flácidos, llegas a un estado de
paz. Ves a tus amigos casados con sus problemas y sientes alegría por ti. Te
saben a pepino sus rollos. Vas a la boda solo, disfrutas todo, bailas con
quien te da la gana –o no bailas en absoluto- y te vas a la hora que es sin
preguntarle nada a nadie. Ya no sientes esa autocompasión absurda provocada por
una sobrexposición a las novelas rosas, a los finales felices de Disney y los
comentarios de tus tías en las fiestas navideñas. De repente tienes como un
poder y se siente genial.
Comienzas a ir al gym. Compras ropa nueva.
La gente te dice que jamás te habías visto tan saludable. Tienes varios grupos
de amigos y puedes mantener el contacto con todos, sin problemas. Eres la
persona chévere que invitan a todos lados. Te suben el sueldo 3 veces en
trabajo. Todo parece ir sobre ruedas. De vez en cuando sufres una pequeña recaída.
Te llega la imagen de cuando cenicienta encontró al príncipe y no puedes dejar
de pensar porque ese estúpido a quien le enviaste el número de teléfono –y tú
nunca te equivocas con eso- en un mensaje de Instagram® no te respondió. Pero a
las cinco horas de esperar el mensaje te recuperas. Una voz te dice que no
necesitas eso y todo vuelve a la normalidad. Vas al cine solo y al salir ves la
cara de mortificación de un chamo mientras su acompañante le dice que no le
gustó la película por puras tonterías. Sonríes.
Pero luego el mensaje que enviaste es
respondido.
Y luego salen y todo marcha tan bien que
te asustas. Sientes algo que no recuerdas. La alfombra se mueve, ya no estás en
la zona de confort ¿qué es esto?
Le escribes a tus amigos pero nadie te
entiende. Te felicitan y te dicen que te desean lo mejor, como si te fueses a
casar o algo así. No entiendes nada y ellos tampoco. De repente te das cuentas que muy en el
fondo sentían como una pena por ti, pero eso no importa. Lo importante es que
en tu mente ya no cabes tu solo, hay alguien mas y tienes miedo. No está muy
claro a qué ¿a ser ese personaje pavoso que siempre quiere estar al lado de su
ser amado en cualquier reunión? ¿a subir fotos en redes sociales que digan
“nosotros”? ¿a la posible angustia que puedas sentir si te dice que “saldrá con
unos amigos’? O todo no es más que miedo a algo que ahora es ajeno y
desconoces, a salir de la zona de confort, a dejar el egoísmo… Piensas que solo queda algo
por hacer,
Le escribes un mensaje.
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