¿Algún día podremos confiar?
Tengo muchos días pensando
sobre qué es la confianza y la estrecha relación que tiene con el miedo. Yo
tengo mi concepto claro sobre ella: La confianza no es más que una decisión. Yo
decido creer. Yo decido no preguntar. Yo decido confiar en que si alguna vez me
haces daño por error tendrás la fuerza de no hacerlo nuevamente. En estos
tiempos egoístas, materialistas e inmediatistas, esta última parte de la
confianza parece la mas difícil… De allí se originaron esos refranes de muchos
peces en el mar y similares (quien sea que inventó esto no era usuario de
Grindr®).
Visto
desde afuera parece razonable ¿por qué apostar por alguien que ya me hizo daño
alguna vez? Pero también pienso ¿por qué no intentarlo si al final uno nuevo
también podría hacerme daño?
Pero
resulta ser que esas preguntas son motivadas por algo mas complejo: miedo.
Jude
reaparece
Jude regresa de viaje y me llama para
actualizarnos bien. Pasan muchos días y la cita no se da. Comienzo a
preguntarme si lo secuestraron o algo. Deja de atenderme los mensajes. Todo me
parece muy raro. Es como si se hubiese esfumado. Comienzo a sentir miedo de que le haya
sucedido algo, pero tampoco se mucho de su familia para contactarlo.
Luego
yo también comienzo a tener mis propios problemas personales y dejo de
insistir. Un día finalmente aparece y nos vemos cerca de mi casa.
—No
sé para que nos vemos en esta panadería —me dice—, seguro hay miles de
cucarachitas.
—Vamos
a hablar no a fumigar —le respondo— ¿por qué desapareciste tanto tiempo?
—Le
dije a mi esposo lo que he estado haciendo —responde simplemente—… y no le
gustó.
Por
un segundo no se cómo procesar eso. Tengo problemas en determinar si esta
dolido o esta bien.
—Obviamente
no le iba a gustar, pero ¿pero qué esperabas al decirle?
—La
verdad no sé… Solo quería que supiera. No podía mentirle más.
—¿Y
ahora?
—Ahora
nada… Estamos separados y tenemos un rollo de separación de bienes.
—¿Y
tú quieres volver?
—Si
quiero, pero no quiero.
—¿Cómo
es eso?
—Es
extraño. Yo hice todo lo que hice porque tenía dudas. Al final todo me sirvió
para dejar de tenerlas, pero ahora quien no confía es él. Me dijo que jamás
podría volver a creer en mí.
—Bueno
es lógico —respondo yo.
—¿Lógico?
Sería lógico si el hubiese descubierto la verdad por si solo y mi intención
hubiese sido seguirle engañando. Pero no, yo le dije la verdad y ahora dice que
no confía en mi ¿no te parece extraño?
No
podía negar que era un punto válido.
—La
verdad me cuesta entenderlo —continúa Jude—.
Yo sé que no es fácil aceptar lo que hice, pero le estoy diciendo por eso
mismo, para que no existan mas mentiras entre nosotros ¿acaso el quería seguir
engañado entonces?
—No
sé que decirte. Tu punto me agarra de sorpresa. Siento que es válido, pero no
se… De repente debes darle algo de tiempo para procesarlo.
—Ojala
que ese tiempo no sea muy prolongado —comenta Jude—. Yo también valgo, yo sé que hice mal, pero no creo que el
sea ningún santo. De hecho su actitud estúpida me hace pensar que puede ser que
el haya hecho lo mismo.
De
pronto siento admiración por Jude. El
tiene fuerza y confía en él.
—No
creo que debas ser tan radical —le digo.
—¿De
qué te ha servido a ti no serlo? —me pregunta.
—Sólo
dejo que el viva su proceso. Ya acepté que no tengo ni la mas mínima idea de lo
que pueda pasar.
—Exacto.
—No
entiendo.
—Me
dices que no tienes la más mínima idea de lo que va a pasar ¿entonces para qué
sigues allí? ¿No te gustaría tener certeza ya de que va a ser de tu vida?
Después de todo no tienes veinte años.
De
pronto me molesto. Siento que estoy en la consulta del psicólogo. Pero luego
recupero mis sentidos.
—Si
me ha servido de algo —digo finalmente—, pero no es tu problema.
Jude sonríe. Realmente comienza a
molestarme un poco su actitud. No la acepto.
—Ojalá
no te hagas mas daño —me dice—. No te juzgo. Yo también me encuentro a la
espera, pero ¿por qué apostar por alguien que no cree en ti? Esa es la pregunta
que me hago… y es la que deberías hacerte tú.
—Siento
que en cualquier momento me vas a cobrar la consulta.
Ambos
reímos. Luego de un rato de silencio, me atrevo a hablar.
—No
tengo miedo.
Y
volvemos al café.
Los miedos
de Sr. A
Sr. A es una persona que sólo pudo haberse
formado en Valencia. Es en parte arrogante, en parte inseguro. Juzga a los
otros, pero juzga a los que juzgan. Dice una cosa y hace otra. Así como los
restaurantes y sitios de la ciudad, es tan apático con sus cosas que un día
esta abierto y al otro cerrado.
Siempre
que tiene una cita, lo hace pensando que la otra persona cometerá un error tan
grande que ya no podrá salir mas con él.
—Es
que me llamaba y desconfiaba de mi. Es decir, solo tenemos una semana y ya me
esta celando. Yo ya no estoy para eso. Eso era con mi ex —me comenta.
¿Ese
no es el ex con el que quiere volver? ¿A el si le permitiría eso a pesar de que
él ya no esta para eso?
Y
si, las personas comenten errores en la citas, como los innumerables que
cometió Mr. Lesbo con él, pero aún
así cabe preguntarse ¿qué le sucede?
Luego
de pensar muchos días la cuestión, comienzo a entenderle. Sr. A tiene miedo. Miedo de hacer lo que realmente quiere hacer, que
es volver con su ex. Miedo de perseguir su ideal que es volver exactamente a lo
que tenía y que me recuerda a cada momento que extraña. Pero esos no son los
únicos miedos. También tiene miedo de estar solo. Tiene miedo de seguir. Tiene
miedo de soltar. Después comienzo a preguntarme, ¿no estarán esos miedos
disfrazados bajo el manto de miedo de no querer “perder” al ex?
Pero
nosotros somos adultos. Y los adultos sabemos que los ideales no existen. Son
imaginaciones. Son cosas que no sucederán exactamente como pensamos. Y cuando
te das cuenta de eso también sientes miedo: Te da pánico saber que en el camino
intermedio entre el ideal y la realidad mas triste, solo hay algo que te
mantendrá a salvo: el compromiso, el cual no es sólo con el otro, sino también
contigo.
Una
noche en la universidad me dice:
—Estoy
cansado de mi ex. A veces me busca y mi llama y luego cuando le respondo se
aleja.
Yo
sólo guardo silencio.
—El
lo que quiere es que yo le jale bolas… Y ya finalmente me he dado cuenta que no
quiero volver con él.
Mientras
me dice eso vuelvo a caer en cuenta que carga el saco que su ex le prestó y él
fue a buscar a su casa algunos pocos días atrás.
Entonces
lo veo allí hablando… rodeado de miedos, sin decidirse a enfrentar alguno. Pero
yo no puedo ayudarle. Ni siquiera es mi problema. No le corresponde a nadie
poner orden en la cabeza de otro.
Luego
pienso en Sr. Indeciso y en la
situación ideal. En la que solo hay “sis” por respuestas y muchos abrazos. Pero
los ideales no existen.
Entonces
me pongo a repasar mis compromisos.
Amistades y
compromisos
Ahora
que Sr. Sonrisa y Sr. Controlador están saliendo, paso
días y días mas solo que nunca. Secretamente los bendigo y espero que les vaya
bien. Sr. Intenso también me escribe
y le pido que por favor nunca le guarde ningún secreto a Kid G. La vida parece tan rara algunas veces.
—“Eso
es como perder dos amigos de una vez” —me escribe Sr. Intenso
Me
doy cuenta que también siento celos de ellos y de que ahora tienen lo que yo no
puede lograr. Nuevamente me siento un fracaso. Un día vamos por tragos y Sr. Controlador me dice:
—No
puedo tomar mas de dos cocteles hoy, ya me leyeron la cartilla.
Me
siento asombrado.
—¿No
crees que es muy pronto para ese tipo de cosas? Demasiado pronto.
Sr. Controlador pone cara de
circunstancias. Luego me doy cuenta que tal asunto no solo no es mi problema,
sino que mi comentario es solo por celos, así que decido callar.
Luego
cuando en una nube borracha nuevamente voy manejando solo a casa, me siento
alegre que de todo esto haya pasado. Me doy cuenta que ya no tengo problemas en
estar conmigo mismo, en oír mis propios reclamos, en aceptarme, en concentrarme
en mis cosas… Y aunque los amigos parece que están concentrados en lo suyo, ellos
solo están viviendo sus vidas. Ese también es su trabajo, enviarte ese mensaje
de que ellos están reconstruyendo, avanzando y teniendo pequeños logros.
Luego
llego a casa, me preparo para dormir y le doy una última revisada al teléfono:
No hay ningún mensaje.
Y
esta bien. Yo estoy bien. En esta parte del camino me toca observar, esperar,
acompañar a mis amigos en sus días felices y tener un compromiso conmigo. Se
puede estar triste, extrañar mas que nunca, ser feliz con tus logros, sentirse
mal a ratos, volver a estar bien de nuevo y todo eso puede ocurrir al mismo
tiempo.
Es
mi vida.
-o-
Hasta
pronto.
3 comments
Quizás solo quieres estar solo.
EN LO PERSONAL ,DEBIDO A FRECUENTES ANTECEDENTES, TOME COMO MÁXIMA QUE LA CONFIANZA ES UNA VIRTUD SUSCEPTIBLE DE SER CUANTIFICADA, EN CUALQUIERA DE LOS ÁMBITOS: ECONÓMICO, LABORAL, SOCIAL, AMOROSO, POR LO QUE ESTABLECÍ PARÁMETROS A DONDE ACUDIR PARA EFECTUAR ESTA MEDICIÓN EN CASO DE DUDAS, INCLUYENDO LA FRECUENCIA CON QUE DEBO MEDIRLOS, LOS CUALES SON INQUEBRANTABLES, A MENOS QUE SEA PARA DISMINUIR LA ETAPA DE LA PRUEBA EN CASO DE SOSPECHA (HAY INDICADORES, NO LLEGO A LA PARANOIA) PERO ME HE EVITADO SERIOS CONTRATIEMPOS, Y DESHACERME DE PERSONAL O PERSONAS TRANSGRESORAS DE ESA VIRTUD, EN EL MOMENTO OPORTUNO, CON LA DESPEDIDA PERFECTA Y REUBICARLAS A SU JUSTO NIVEL, YA ES PARTE DE UN PACTO CONMIGO MISMO, DONDE SOLO YO, ME HAGO PLENAMENTE EL RESPONSABLE ABSOLUTO ( O CULPABLE SEGÚN LAS CONSECUENCIAS) DE TODO LO QUE A MI ME SUCEDA EN TAL CASO.
hola buen dia me llamo victor jose gil mi cedula de identidad numero 582.011 mi edad 18 años mi rol versatil serio discreto estudio universitario vivo con mi madre que es hipertensa y otras patologias medicas y mi padre de crianza murio hace meses de parkinson vivo en venezuela y la situacion esta complicada en mi pais y mi mama es pensionada tiene 56 años y no le alcanza para su tratamiento medico y hay dias que no tenemos para comer mi padre de crianza era de gran apoyo el que quiera darme una ayuda aqui mis datos bancario: bancaribe cuenta de ahorro numero:0114-0540-10-5401413296 si me puedes transferir victor jose gil cedula de identidad 582.011 correo:victor_gil1934@outlook.com disculpe la molestia generada
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