Competencias, juegos, paciencia, celos y envidia
Nos dicen que la pérdida de la paciencia
a medida que pasan los años es una realidad. Estoy escribiendo esto mientras en
mi casa sucede una reunión familiar. Me encuentro encerrado, engripado (espero
que para cuando lean esto ya este curado) y solo. Pero prefiero eso a salir y
ser interrogado ¿Qué pasa con nosotros a medida que envejecemos?
No obstante Aristóteles decía que la paciencia es el equilibrio entre las
emociones extremas y para lograr ese equilibrio se requiere de un entrenamiento
constante ¿no deberíamos pensar entonces que la paciencia es algo que ganamos
con los años en vez de perderla? ¿cómo funciona la paciencia en cada una de las
situaciones que vivimos?
En los comienzos
Jude lleva unas semanas alternando encuentros con Sr. Arrogante según sé. Una vez se fue la luz en Valencia, pero Jude si tenía servicio en su casa.
Cuando Sr. Arrogante le contó que
estaba por lanzarse del balcón de su apartamento el primero le dijo que un
mueble o su cama estaban disponibles. En seguida Sr. Arrogante lo llamó, pero al instante que este recibió la
llamada se arrepintió de lo que había dicho y le cortó la nota diciendo:
—Lo digo por amistad pues.
Ese día se rompió algo. Ahora Jude no sabe como volver a proponer algo
así sin sonar fuera de lugar. Sr.
Arrogante perdió la paciencia y ya tampoco propicia esas situaciones.
En las relaciones
Estoy en el cumpleaños de un amigo y esta
contando que cuando él y su novio se conocieron pasaron mas de seis meses antes
que tuviesen algún contacto sexual. Atónito le pregunto:
—¿Y que hicieron en todo ese tiempo?
Todos rieron, pero me di cuenta que si se
puede tener la relación anhelada porque luego hubo algo que me conmovió:
—Yo aguanté ahí porque sabía que era él.
Y entonces colegí que si se puede tener
la relación perfecta… Si uno se da un vacaciones veraniegas de seis meses para
conseguirla.
En las fiestas
Estoy en una fiesta con Mr. Arrogante, donde solo conozco a una
persona y él no conoce a nadie. Me estoy tomando sus Breeze Ice® mientras
pienso que esa franela que carga se le ve muy bien. El hermano de mi único
conocido empieza a perseguirme y cómo no tenía nada que hacer comienzo a
seguirle la corriente. En un momento en que ya tengo 4 Breeze Ice® encima y dos cocteles de Zacapa® me recuesto de él. Esto pareció hacer perder la paciencia
de todos. En seguida pasan 2 cosas: Primero alguien se acerca y comienza a
masajearle los hombros:
—¿Qué haces? —pregunta él.
—Ven para darte un masaje —responde el
otro, mientras yo sigo tomando del vaso y los veo por el rabillo del ojo (están
junto a mi).
—Quedate quieto —le dice el hermano
—Estas tenso —replica el otro.
Reí horrible, pero logré hacerlo pasar
como risa por el video que se estaba proyectando en ese momento.
Lo segundo que pasó es que yo también
perdí la paciencia. Ya no tengo la energía para pelear por la atención de
alguien al menos seis años menor que yo. Fué así como el masajeador y yo
perdimos el aguante.
En las competencias
Cuando Jude salía con Santi a
veces lo odiaba. Lo odiaba por toda la atención que recibía este último. Lo
odiaba porque cuando iban a algún lado el siempre lograba captar la atención de
todos. Lo odiaba cuando la gente le preguntaba por él ¿Qué acaso no era suficiente
con su presencia? Pero a la vez se sentía bien porque alguien que recibía tanta
atención se había fijado en él. Era una sensación rara, era una especie de
desamor propio, mezclado con celos y aderezado con algo de envidia que
aumentaba cada vez mas la relación de dependencia entre ambos.
Pero ese tipo de competencias no se
acaban cuando alguien gana. Cuando se están corriendo miles de metros planos o
se esta subiendo una pendiente, en determinado momento una de las partes se
cansa. Se pierde la paciencia y cuando el otro lo nota corre más rápido y se
aleja. El adulador se cansa de adular. El adulado se cansa de no recibir la
misma atención, todo se cae en pedazos.
En las fiestas 2
Hace 10 años en mis sueños yo era
divertido. Me imaginaba en las fiestas hablando de tal y cual tema con la
gente. Me imaginaba entrando a un lugar y enseguida llamaba la atención de
cualquier desconocido. Pero en vez de eso llegaba a los lugares y me quedaba en
el rincón mas gris. Bebía dos vasos de ponche (en el liceo), de cerveza (en el
diversificado) o de cualquier cóctel barato (al principio de la universidad) y
eso era todo, me marchaba sin despedirme de nadie.
Un día y sin saber cómo, perdí la
paciencia, decidí que no debía ser mas así. A partir de ese momento resolví que
no me importaría mas estar expuesto.
Por eso y mientras estoy en la fiesta
viendo como Mr. Arrogante se roba la
atención de algunos con su incesante charla empresarial pantallera decido
hacerme con la situación.
Y entonces le hablo de perros al que
tengo a mi lado y el adora el artículo que le recomiendo sobre la inteligencia
de los animales. Cuando se va se despide de todos dándole la mano, pero a mi me
da un abrazo.
Y luego comienzo a decirles chistes a
todos sobre lo que están hablando
Cuando prenden el karaoke y ya estoy en
mi momento “5 Zacapas®” comienzo a cantar “We
Can’t Stop”.
“No
te vayas”, me dicen a las 3am cuando Mr. Arrogante me hace señas de que es
momento de finalizar la noche.
Después de años de entrenamiento, perder
la paciencia me sirvió de algo.
Lo que falta
Vivimos en un mundo donde hay tantas
maneras impersonales y a la vez expeditas de conocer a alguien, que esa
fantasía de dominar la energía y aguardar seis meses por una persona ya parece algo
imposible de lograr. Hace poco estaba molesto pensando en alguien que no me había
escrito al punto de que comencé a sentir rabia y luego cuando revise el celular
me di cuenta que estaba descargado (y el sujeto en cuestión si había escrito).
Con los años se ganan unas cosas y se
pierden otras. Estúpido Aristóteles.
¡Hasta el otro sábado!
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