Prejucios y amistades
He
venido aquí a corregir esa visión equivocada que tienen muchos sobre
nosotros los gays y nuestras ganas infinitas meterle a todos los
hombres, en especial si son nuestros mejores amigos. Si yo he tenido mejores
amigos y si con uno tuve algo, pero eso es otro tema. De lo que yo hablo aquí
es de otra cosa.
El
ex-jefe
La
primera reunión que tuve con él fue extraña. Me enteré que era mi “coach” por el sistema de información de la firma y tuve que preguntarle a varias
personas si sabían quién era.
Luego
estamos en su oficina y noto algo súper raro su mirada que decido ignorar un
poco.
La
conversación pasa de la charla corporativa vacía a la situación más extraña
posible: Por un momento nos quedamos en silencio casi todo un minuto.
Unos
meses después estamos en un cliente y él es gerente.
—¿Por
qué no hablas? —me pregunta constantemente.
La
verdad era que me ponía nervioso, pero no en una forma de tensión. Era de esos
carajos hetero clásicos que están pendientes de que te equivoques en algo para
decir “ayyy vale” y/o chalequearte. Qué puedo decir. Era joven e inexperto en
esos momentos.
Pero
luego empiezo a hablar y las cosas que yo digo no difieren en desparpajo con
estas líneas.
—Era
mejor cuando estabas callado —me dice en una oportunidad—. Pero eres una
ratica. Está bien.
Después viene una de esas peleas que yo me juré a mí mismo que nunca tendría en
el trabajo. Sentados en una sala de conferencia con más de 10 personas, el en
un extremo, yo en otro y mientras veo que me reclaman con tanta injusticia no
me queda más que alzar la voz.
—Tener
una situación familiar difícil, ser robado y REGRESAR al trabajo pasadas las 5
de la tarde es algo que nadie jamás habría hecho y yo estoy aquí para sacarte
tu estúpido informe. Así que te agradezco que me dejes en paz y dejes el drama.
Desde
ese día juré que lo odiaría.
Luego
me invita a almorzar. Y se disculpa, aunque palabras menos palabras más también
me dice que me pasé. Y yo sé que no me pasé, pero en nombre de cortar todo por
lo sano, también me disculpo.
Desde
ese día nos hicimos buenos amigos.
Nos
enviábamos mensajes con corazones, nos tratábamos como mujeres “en broma” y
general cuando coincidíamos en clientes la pasaba muy bien. Fue mi mejor año en
el trabajo.
Pero
entonces él se fue a Inglaterra por más de 6 meses. Y sin mi padrino pasaron
otras injusticias. El día en el que ocurrió la mayor y habiéndose enterado
antes de que pasaría por ser gerente, me escribió un mensaje que nunca olvidaré
“Todo estará bien mi pana. No era tu año, pero igual tu eres excelente y
cuando regrese eso va a cambiar”
Pero
por supuesto que todo cambió, porque allí en medio de esa fiesta en la que yo
no tenía nada que celebrar me fui… Y no volví a mirar atrás.
El
regresó cuando ya no estaba en la firma, pero seguimos siendo amigos. Sin
embargo mi vida también cambió. Nuevo trabajo, nueva vida, fuera de Narnia,
como dicen. Mi mejor amiga me hizo el favor de preguntarle que pensaba él en
realidad de todo aquello. Entonces vino el segundo mensaje de él y que tampoco
nunca olvidaré:
“Por
mí no hay problema, mientras no quiera cogerme o que me lo coja, todo bien”
Y
vaya que eso me dolió. Después de tantos años amistad ¿eso era lo que pensaba
de mí? Nunca dije nada.
Pasaron
un par de años más y entonces me aparezco en el cumpleaños de su esposa con Sr. Indeciso. Yo pasé toda la noche
evitando decirme en voz alta lo que mi amiga finalmente me comentó cuando
finalizamos la velada:
—Se
comportó, pero obviamente no estaba cómodo con la situación.
Hoy
tiene problemas con la esposa y quiero hablar con él, pero ya no puedo. Ya no
sale. Somos ex-amigos también.
Pausa
y volvemos
Tampoco
podemos cerrarnos al hecho que de hecho si hay hombres enamorados de su mejor
amigo, pero ¿y qué con eso? En todo caso no pasará nada más que el otro no
quiera y ¿Qué acaso todos los hombres heteros no viven eternamente enamorados
de sus amigas?
Y
sí, yo tuve algo con un mejor amigo de la universidad, pero él era gay. No fue
que yo usé algún tipo de magia para nublarle el juicio. Somos iguales al resto
de las personas, nos enamoramos en falso, cometemos errores, callamos cuando no
debemos y hablamos en el momento inapropiado. No hay nada más dañino para un
amistad que un “Oye no me importa que seas marico, pero bueno tu eres mi amigo
y equis, pero con el resto de los maricos, bien lejos con ellos”.
El
vino no nubla el juicio, al contrario
Cuando
le vi por primera vez me dije “¡Qué aspecto tan extraño!”.
El
resto es historia. Hasta ese día creí que yo jamás llegaría a querer tanto a
una persona. Pero a él le quería así.
Después
de tantísimo tiempo compartiendo y siendo él abstemio, un día una botella de
vino se nos atraviesa en la cocina de su casa, sola por vacaciones además. Yo
no era tan fiestero en esa época, pero ya había comenzado mis andanzas, por lo
que pude resistir y ver lo que él dijo a continuación empoderado por la bebida.
Una confesión. Un “jamas he estado con
nadie” que me dejo atónito ¿cómo alguien tan hermoso podría haber pasado
todo ese tiempo así? Pero esa confesión era a su vez una invitación. Y yo la
acepté.
Después
de pasado lo extraño vivimos un corto y hermoso periodo, donde las mariposas
(que no son más que miedo de perder al otro, como una vez leí por allí) parecía
que iban a salírseme por la boca.
Y
las mariposas estaban en lo cierto. Terminamos y de la peor manera: Separados
por una boda.
Y
ojala hubiese tenido esa magia extraña que creen algunos que posemos. De
tenerla aún estaríamos juntos. Pero así son las relaciones, entre dos que se
gustan.
¿Y
entonces?
Nunca
pasa nada si dos no lo quieren ¡Hasta el próximo sábado!
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Puedo identificarme plenamente contigo
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