De la “heteroflexibilidad”
Hace algunas noches mientras chateaba con un ¿Nuevo amigo tal vez…? sobre anécdotas del pasado, me sorprendió bastante algo que escribió:
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“Me abrazó en la noche con la excusa que tenia frío”
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Antes de soltar aquello me había contado que el muchacho friolento era un tipo con novia, que aunque sabe de lo suyo “no le importaba”, y que incluso se atrevió a preguntarle si él le gustaba. Reflexioné ¿En verdad era frío o simplemente se trataba de una estrategia para sopesar el hecho de que le gustan los hombres?
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La idea me sedujo un poco ¿Es posible que existan hombres que aun cuando le gusten las mujeres de vez en cuando se echen “una canita al aire? Yo se que todos están pensando “¡Por favor, ese es un gay de closet mas!”, pero reflexionen más detenidamente ¿Acaso a ustedes no les ha provocado estar con alguna mujer conocida que es especialmente hermosa? Tal vez uno no se imagina todos los detalles (o al menos yo no, soy virgen con las mujeres), pero quizá la idea de besarla, tocarla, mirarle los senos…
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Todo esto me recordó cierto curso que hice hace algún tiempo, donde alguien me invito a “salir o algo así”. La verdad es que nunca lo supe, porque entre el misterio y un nerviosismo de parte de él que nunca entendí honestamente, no sabia si quería invitarme a salir, o simplemente era “pana”.
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El asunto comenzó cuando luego de la primera clase se empeño en darme la cola (era sábado, y con cola me refiero a un aventón). Yo tenia una actitud de “Mira no, yo voy cerca de verdad no hace falta”. En ese momento de verdad que no tenia ni idea de que quería, por no mencionar que rara vez me pasan esas cosas. En la clase siguiente sucedió casi lo mismo, y yo de nuevo lo volví a rechazar, pero comencé a dudar “¿Son ideas mías o esta pendiente? Y si no son ideas mías ¿Yo estoy pendiente?”. Lo observe mejor: Llevaba una chemise rosa y un jean corriente. No había nada estridente en su vestimenta que me hiciera inclinar la balanza hacia algún lado. Además tenia una carita de gafo que madre mía. Mejor corto la descripción aquí.
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Para cuando llegamos a la tercera clase, y se volvió a repetir la historia, decidí aceptar:
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—Me puedes dejar en la plaza, alguien me va pasar buscando por ahí —mentí.
—Perfecto —respondió el secamente.
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Trate de calmarme y pensar que no se trataba de ningún asesino en serie, aunque por si acaso mantuve el celular en las manos. Pero entonces sucedieron cosas demasiado extrañas. El chamo estaba tan nervioso que casi choca sacando el carro del estacionamiento. Luego de eso, cuando finalmente logramos salir del recinto la conversación se hizo tan pesada que no podía pensar en nada “¿En verdad le gustaba o era un maniaco?” Me baje en la plaza donde nadie me iba a ir a buscar y hasta el sol de hoy me hago la misma pregunta.
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Con todo lo anterior, aún insisto ¿No era mejor que el pusiera sus cartas sobre la mesa y me invitara a tomar algo en la plaza mientras esperaba? Yo lo habría pensado, y de aceptar, luego hubiese hecho sonar mi teléfono a propósito solo para mentirle sobre la persona que nunca me iba a ir a buscar, y una vez superado todos esos momentos embarazosos, el tal vez estaría mas calmado, y con buena suerte seguramente habríamos tenido una gran cita. En vez de eso escogió el peor camino, al final termine creyendo que era un freak, y la cara no lo ayudaba demasiado.
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Luego del chat, la noche siguiente salí con otra amiga para recordar “viejos tiempos”, pero terminamos en el cine, y al salir de la función me dice que tiene a unos amigos en la Roneria de Morgan. El lugar me daba algo de asco, pero como no quería terminar la noche abruptamente con ella, le dije que iría. Mientras caminábamos por el estacionamiento, le pregunte: “¿Tus amigos son chéveres?” Pero vaya que lo eran. Sólo estaba una amiga de ella, y un tipo que ¡Wow! Hacía tanto tiempo que no veía a alguien tan guapo que en dos segundos me olvide de donde estaba. Luego llego otro sujeto mas. Como a las 12 de la noche el lindo me dice que yo “Le caía demasiado bien”. ¿Perdón escuche bien?
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—¿Y que vamos a tomar?
—Vino —respondieron las mujeres, el lindo y el otro muchacho colocaron cara de circunstancia.
—¿En serio vamos a tomar vino? —dice— Me da pena.
—¿Vas a decir que te da pena tomar vino? —y reí. Me encanta hacer esto. Me encanta demostrarle a ese tipo de hombres que no hay nada de malo en no tomar cerveza en un sitio donde abundan los paviperros.
—No se… No me gusta.
—Bueno pero tomas como un hombre —bromee— golpeas la copa durísimo contra la mesa y te tiras el vino en la cara, y partes la copa y dices ¡Mesonero tráigame otra copa que partí esta no joda! —Todos reímos, pero al luego pidió una solera verde.
Y después nos contó que en un mes se iba para Irlanda.
Y que había terminado con la novia.
Y los amigos comentaron que las novias no le duran mucho.
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A las 4 de la mañana yo ya le caía tan bien que me había agarrado el brazo al menos 3 veces. Yo no estaba emocionado ni nada. Sabía que fui todo lo divertido que puedo ser a propósito ¿Pero era este sujeto un heteroflexible? Si lo era, yo probablemente jamás iba a tener alguna oportunidad con él (sobrio quiero decir), pero el hecho de que en un mes se iba para Irlanda solo y sin novia prendió en mi una alarma; no obstante, como en el caso de mi “no-cita” fallida, creo que nunca lo sabré.
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Supongo que a todas estas, y luego de todas estas larguísimas disertaciones y anécdotas no tengo todo demasiado claro. Pero la idea me sigue pareciendo seductora. Es divertido tan sólo pensar vivir sin esas barreras, pero hasta que no consiga pruebas fehacientes, los heteroflexibles seguirán siendo para mí un mito.
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¡Los espero el otro jueves!