Sandum
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Ángelo
Después de leer la noticia sobre el abuso
cometido contra un joven por su condición de homosexual en Maracay (leer)
a uno (o a mí porque luego de aquello no me atrevo a hablar por nadie más) le
queda como un susto por dentro. Al enterarme una parte de mí se sintió
afortunada por no haber corrido la suerte de ese muchacho y a la vez me
pregunto ¿Qué tal si hubiese sido yo? ¿Por qué esto sigue pasando y no estoy
haciendo algo?
Esos hechos, dignos de la barbarie de la
que vivimos rodeados por razones que para algunos resultan evidentes y para
millones de personas no tanto, son tal vez una consecuencia más de la forma en
la que día a día criamos a nuestros hijos, en la cosas que escuchamos
diariamente, pero sobretodo, en lo que dejamos pasar por alto, sin atrevernos a
opinar, sin atrevernos a decir nada ¿cuántas veces no nos hemos reído de la
frase “loca pasiva”? ¿cuántas veces no nos hemos hecho de la vista gorda cuando
hablan despectivamente de algún gay en nuestro trabajo? ¿cuántas veces no hemos
visto impasibles a nuestros hermanos dándole la paliza de la vida a uno de
nuestros sobrinos porque tocó una Barbie,
porque se atrevió a agarrar la cartera de la mamá o porque gritó algo mas agudo
de lo normal mientras estaba jugando?. Podrían parecer pequeñeces, pero así
como la frase un “granito de arena” aplica para el bien, también aplica para el
mal. El niño crece con ese tabú, lo repite en la escuela, allá otros lo
escuchan, lo imitan. El odio y el desconocimiento se hace más grande y aquel
que se atreva a llevar su rabia mas allá contra el compañerito afeminado de la
clase sabrá de antemano que tal cosa no generará ningún tipo de repudio entre
sus iguales en la escuela, de hecho es probable que reciba aprobación y apoyo,
como cuando a mi me pegaban chicles en mis pertenencias, me
ofrecían golpes y me hacían correr sin que nadie pudiese evitarlo o realmente
le importara.
Siento mucha tristeza y todo tipo de
sentimientos por Ángelo Prado y su familia. Quisiera que el país hubiesen
instituciones robustas y que se hiciese justicia, aunque al final eso no va a
devolverle su vida anterior, tal vez solo lo ayude a encontrar la conformidad.
Quisiera que en vez de atacarnos a nosotros mismos, nos dedicáramos menos a
decir “¡Ese es marico!” y mas “Ese es una persona igual que tú, igual que yo”,
contribuyamos odiando menos y educando mas a nuestro alrededor. Es la reflexión
que quisiera dejar sobre el tema.
¡Hasta la próxima!
Sandum
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Muerto por dentro
Imagen seleccionada por ser la peor en la historia del blog |
Si de algo yo me la he dado en este espacio es de ser un
investigador cuyas hipótesis no se basan en el rigor científico. Mientras tomo
pequeños chocolates Hershey’s de una bolsa y agradezco mi metabolismo,
finalmente me doy cuenta que en estos últimos cuatro años he llevado la
investigación aplicada mas grande que una persona haya realizado sobre si misma
(en caso de dudas sobre esta afirmación volver al principio del párrafo), ¿No
me creen? Veamos:
Año 1
El año uno es difícil ya que en esa época yo casi no escribía del
tiempo presente. Al tiempo que me las daba de inocente, estableciendo un
porcentaje de virginidad cuya formula no revelaré (ver),
en realidad tenia un affair con alguien que aún a estas alturas no puedo ni
decir en voz alta, pero quién no haya tenido ese tipo de relaciones que lance
la primera piedra. Esa relación supuso el primer balazo a lo que en ese
entonces pensaba que era el amor. Pero eso tiene varias vidas, la cosa
continúo, pues conseguí en ese mismo año otro clavo que saco ese, y aún puedo
decir que fueron los años mas felices de mi vida.
Año 2
En el año 2, sin porcentajes de virginidad latentes, y con muchas
ganas de vivir, recibí otro balazo (ya van 2 vidas) y este fue más certero que
el anterior. Esta fue una de las últimas veces que le vi, aunque la cosa estaba
disfrazada por las circunstancias (ver)
Año 3
Moribundo, entonces vino como una especie de derrape mojigatero
(porque no es un derrape como tal, yo soy un poco mojigato). Entonces salí con
gente mayor que yo (ver),
tuve incontables citas, las mas desastrosas narradas en este espacio como esta
(ver)
y otras que ni siquiera me atrevo a narrar porque el mero recuerdo me produces
nauseas (disculpen, no hay link).
Año 4
Entonces llegamos al año 4, con par de balazos y numerosos
intentos. Ese fue el año del “Go with the flow”. Si salía con 3 personas
diferentes en una semana bien, si luego no salía en dos meses, bien, estaba
moribundo como se empieza a notar aquí (ver) Al
menos mi estilo de escribir si evolucionó un poco, casi no puedo leer mis
primeros post.
Año 5
Con el blog semi
abandonado no tengo mucho a lo que hacer link. Ahora me dedico a ser como una
especie de arlequín que sale con amigos pero que siempre esta solo, mi función
es entretener. Me da miedo salir con alguien y asumir ese compromiso, pero a la
vez no quiero estar solo. La gente me pregunta si algún día “voy a conseguir a
alguien” (Mi mamá, 2012), o me dicen que es una lastima lo que sea por lo que
este pasando (Mi hermano menor, citado por mi mamá, 2012) y yo ya ni se que
pensar. Quiero sentir ese amor de hace años de nuevo, pero parece que ese tren
ya me dejo, y no me puedo montar en el nuevo, hay cosas que me dan flojera, que
no entiendo, con las que no quiero lidiar, al parecer también “quiero todo
fácil” (Víctor Molina, 2011). Esa actitud de “ir con la corriente” y esperar
que “todo se de solo” termino por matarme, por arrastrarme de un lugar del que
ahora no puedo salir y es como una mezcla de todo, como la desidia final de un
hippie que ya no tiene fuerza ni para buscar monte.
Ayer salí con un amigo y en un momento en que me quede solo con su
acompañante, este me preguntó:
—¿Y tu qué? ¿Tienes pareja? ¿Estas con alguien?
—No, yo estoy muerto por dentro —fue lo que respondí. Me vio con
algo de estupor, mientras yo mismo me preguntaba si era verdad.
Recordé como en mi última “cita”, la persona prácticamente se me
lanzó encima y yo fui incapaz de responderle. No me dio pena, no intente
disculparme demasiado, solo deseaba que sus intentos infructuosos finalizaran.
No era su culpa, era el primer “No eres tú, soy yo” sincero del mundo.
No me quedo más que seguir
tomando cerveza de la verde y esperar lo mejor. Me di cuenta que mi proyecto de
5 años había terminado: Logré en forma exitosa convertirme en una persona que
ya no espera nada de nadie, en un flojo emocional y aún así aparentar otra
cosa.
(Para la próxima seré más optimista, pero es que estos meses han
sido raros)
Sandum
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Lita
Es muy fácil tratar de escribir algo
ensalzando todas tus cualidades y diciendo que eres la mejor, y digo que es muy
fácil no porque sea mentira, sino porque eres eso y mucho más. Sin embargo
nosotros no somos personas que tomamos el camino fácil, no esta en nuestra
sangre, y esta no será una historia fácil.
Tampoco podría escribir yo algo
relacionado contigo y que automáticamente todos se sientan identificados. Si
algo tienen los seres extraordinarios es que su particularidades nos tocan a
cada uno de diferente manera y en cada persona dejan una enseñanza distinta.
Mientras redacto esto y pienso en ti,
siento el olor a barniz de la ventana recién arreglada de mi cuarto;
automáticamente recuerdo una de tus frases mas memorables:
—Ese trapo huele a rincón.
—Abue ¿Cómo que rincón? ¿Cómo huele un
rincón?
—Pues a rincón muchacho ¿Tu nunca has
olido un rincón?
Siempre me quede con la duda, pero en
varias oportunidades quise acercar mi nariz a algún rincón del apartamento a
ver si lograba asociarlo con el trapo.
Tampoco olvido los sobre manteles de tu
viaje NY donde me servías deliciosos jugos de imposibles mezclas como melón con
parchita (mi favorito) o la más rara naranja con lechoza. Todos eran buenos y
todos eran saludables. Tus comidas tenían la propiedad mágica de saciar el
hambre y hacer sentir bien al corazón. Una vez fui a Caracas por trabajo y te
llamé:
—Tu no tienes necesidad de andar comiendo
por ahí en Plaza Venezuela. Ven y almuerzas en la casa que aquí yo tengo sopa.
Cuando la vi, era una sopa como rojita.
“Mejor no preguntar de qué es”, me dije a mi mismo y luego para adentro.
Mientras me veías comer (en la propaganda de la novela que no estabas grabando)
me dijiste algo que aún atesoro:
—Jonathan uno tiene que hacer en la vida
lo que le haga sentir bien, sin pensar mucho en los demás. Si yo quiero salir
salgo y no me importa lo que me diga Estela ni lo que me digan las muchachas.
Ya no estaba seguro si estábamos hablando
de mi trabajo o de la vida. Nos vimos por unos segundos y enseguida comprendí.
Fue la mejor sopa que me he tomado en la vida.
Cada vez que hablaba contigo tenías una
anécdota distinta, un cuento y hasta un regaño, como esa vez que te acompañé al
mercado de las verduras del edificio y me regañaste por haber salido en “cholas”.
O cuando me decías que no era posible que a mi me tenían que decir las cosas
una y otra vez con ese tono de voz “agudito” de tus reprimendas, que sin
groserías parecía llevar implícito ese venezolanisimo “muchacho del coño”, que
nunca me soltaste.
Recuerdo la última vez que te vi. Ya no
tenias la fuerza de otros años, y me mostraste esa pierna que se negaba en
sanar. Los ojos aún te brillaban, pero yo sentí una punzada en corazón. Supongo
que llega el momento en que uno sabe que las personas no te duraran para
siempre, pero aunque te lo repites una y otra vez es difícil aceptarlo, es
difícil de creerlo.
También recuerdo la última vez que hable
por teléfono contigo. Sentí la misma punzada agudizándose cada vez mas. Ya no
eras la misma, habías perdido esa nota en tu voz que te hacía característica,
ese “agudito” que tanto amaba y que significaba tantas cosas.
—Abue hay que ser fuerte, y no dejar que
esas cosas no lleven para el lado que no es —te dije.
—Yo estoy bien hijo —respondiste
secamente.
Luego de eso te di un beso en la frente,
te dije que nos veíamos mañana y que te quería mucho. Aunque no podías abrir
los ojos vi que te estremeciste y tus labios se abrieron un poco. Después solo
quedan llamadas y mensajes que uno nunca quiere escuchar, noticias que no
entiendes y muchos abrazos que tal vez ayuden a encontrar la conformidad.
No quiero (mos) recordar esas cosas.
Quiero verte como en las imágenes de mi niñez en una fotografía con un vaso de
cerveza en la mano (solo la tomabas en vaso, como una dama), quiero imaginarte
tomando el ascensor del edificio yendo a comprar el “Últimas Noticias”. Quiero
recordar alguna anécdota tuya, como cuando regañaste al malandro que te quiso
arrebatar la cartera y le preguntaste por qué te iba a robar a ti. Quiero saborear
tus torticas de lentejas que me enseñaron que de lo que menos nos gusta puede
salir algo bueno. Quiero seguir aprendiendo de ti, como en esas vacaciones
donde me explicaste como era que se dormía en un chinchorro y mas nunca tuve
dolor de espalda. Quiero escuchar tu risa picara, perderme en tus ojos y
recordarte como tu recordabas a la Caracas del pasado diciendo que todo se echo
a perder desde año 89. Siempre te encontraré en mis pensamientos como tu
encontrabas esos anillos perdidos por años en tu cuarto.
Solo lamento no haber sido de los nietos
que compartió mas contigo debido a las circunstancias, pero a pesar de ello y
como el ser extraordinario que eres dejaste algo en mí. También es una lástima
que se me de mejor la escritura que el lenguaje hablado, pero ese es otro tema.
Hasta siempre abue… Hasta siempre abuelita.
Sandum
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Compañia
El otro día
vino un amigo 2.0. Después de muchas experiencias terribles yo decidí que es
buena idea ir conociendo a la gente con la que te relacionas en la web, además
que un poco de charla en vivo no cae nada mal, por lo que cuando el momento se
dio acepte sin complicaciones.
El encuentro
resulto ser más de lo que esperaba. Por razones que no vienen al caso tuvimos
que dormir en el mismo cuarto, no paso nada, pero de pronto decidí imaginarme
que si hubiese pasado. Me vi de repente en la hermosa situación en la que
tienes novio y el mismo es aceptado por la familia. Su actitud también ayudaba
mucho: se apoderó de la cama y del control del T.V. como si fuera suyo (aunque
solo se veían 2 canales), andaba sin pedideras de permiso extrañas y se instaló
como en su casa.
Mi familia por
supuesto estaba atacada, pero no en forma agresiva “¿Y quién es ese amigo?” “¿Y
donde va a dormir? Ahorita no tenemos cuartos desocupados”. Hasta mis sobrinos
estaban curiosos de la aparente nueva situación “¿Tío y el quién es”. Él
mantuvo una actitud digna y no hubo incomodidades al momento de presentarle a
mi mamá. Todo resulto perfecto en casa, y debo decir que tales cosas hasta me
divirtieron.
Él dormía mas
de lo que yo esperaba, pero es chévere subir a tu cuarto y tener con quien
compartir la acostumbrada taza de café mañanera. Es súper estar en tu
escritorio y que una voz te diga “¿Qué estás viendo? lee en voz alta”. En el
fondo nos estábamos conociendo pero al segundo día era como algo de toda la
vida. Ya sabía que en la noche no se podía comer chatarra y que al día
siguiente no era buena idea despertar antes de las 11. Café al menos 2 tazas y
no siempre se esta de humor para hablar, aunque el silencio musical no resulta
extraño.
La primera
tarde salimos con unos amigos y se sintió súper chévere saber que esa noche no
regresaría solo y que ese día no sería ese número impar que siempre arruina la
forma de acomodarse en la mesa o la manera de caminar por un pasillo de centro
comercial. No estaba solo.
Fue así como
descubrí que mas allá de lo sexual, lo que mas se añora son esos momentos de
sentir que hay algo que solo nosotros dos conocemos, de saber que no estás solo
y que no tendrás ninguna epifanía ni ningún momento de abstracción durante una
fiesta, porque todo en lo que puedes pensar en ese momento esta delante de ti,
hablando con uno de tus mejores amigos mientras el te hace una seña diciendo
que “esta aprobado”.
No había nada
que aprobar, pero que divertido vale. Creo que lo mejor fue ver la cara de mi mamá cuando en una de esas mi sobrino de diez años pregunto:
—¿Tío el es tu
amigo o tu “amigo”? —y acto seguido levanta las cejas.
Sandum
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Masculigay
¿Cómo
empezó?
Hace tiempo que “regrese” a las discos
(recordemos que en Valencia solo hay tres, de la cual una es fatal, a otra no
le meten mucho dinero, y la mejorcita es mínima). No volví en busca de lo que
no se me ha perdido. Han sido casualidades. Cierto es que cuando vienen a
visitarte amigos que no son de tu ciudad les encanta ir a algún lugar “trash”,
y no hay nada mejor que esos sitios para derraparse, pues total, nadie los
conoce aquí.
En esos vaivenes note como sucedió un
cambio importante desde que yo tenia 23 y acudía a esos sitios en forma mas
frecuente… Todo el ambiente parecía ¿Mas heterosexual o mas gay? Era raro…
Observadores
internacionales
Después de inspirarme, recordé que los
primeros en notarlo fueron unos extranjeros de Caracas:
—Aquí la gente es rara —decían una y otra
vez—, son muy paviperros, muy “Jersey Shore”.
La frase fue como una pequeña revelación.
Mire a mi alrededor y había un sujeto como de 1,50 mts. vestido con una franela
de algodón sumamente pegada y una gorra “Bass Pro Shops”. Era tan musculoso que
parecía un mono. Varios hombres similares estaban alrededor de él. Me
preguntaba ¿Ahora tampoco encajamos aquí?
Mi
historia 2
La semana anterior había ido a cenar en
Matteus, y me parecía que la mayoría de los hombres se veían mariquisimos con
sus camisas mangalargas de dudoso gusto y cadenas varias. Antes tener varias
cadenas era un “Ayyyy vale” seguro, pero ahora parece que los heterosexuales se
están flexibilizando entre ellos mismos, mientras que los gays asumen lo que
ellos consideran es una actitud mas masculina.
Intento
de engañar a los extranjeros
Deje de recordar e imaginarme cosas y
regrese al sitio con mis amigos.
—Eso es un poco normal aquí —dije. Pero
al instante me pregunte si “un poco” era la frase correcta.
Mi
investigación
Algunas semanas después volví al mismo
sitio, y comprobé nuevamente que en efecto el lugar había cambiado. Tipos con
camisas arremangadas y sin abotonar completamente. Cadenas de oro, relojes
grandes, zapatos “serios”, franelas Abercrombie, de nuevo la omnipresente gorra
Bass Pro Shops ¿Había caído en un sancocho bailable? Los amigos de turno, más
jóvenes que yo en algunos años no parecían notar mi consternación. Yo vestía
una camisa que compre porque parecía un blusa (da risa, pero es de puntos, así
a lo "Minnie" Mouse) completamente abotonada, y completamente de mi talla (una s como
de 50 kilos). Uno de mis acompañantes me dijo de pronto:
—Desabotonate eso.
Entonces lo comprendí. El éxito de ahora
consiste en verse lo mas parecido a los carajos que van a Rocco’s y Deja vú. Ya ni
siquiera en una disco gay estaba seguro. El mundo se había acabado.
Ventajas
del proceso
Claro eso lo pensé en ese momento, porque
a la semana siguiente fui a una fiesta en Deja Vú Maracay, donde nos hicieron
sentir en NY (versión verano ardiente plus calentamiento global) mientras
hacíamos una cola afuera al son de “212” de Azealia Banks (Lo NY es sarcasmo,
lo demás es cierto). Logramos entrar por influencias (como todo buen Venezolano
que se respeta), y ya dentro descubrí que ser Masculigay te da a una gran
ventaja. Puedes estar en el sitio mas heterosexual del planeta, bailar con tus
amigos, y nadie tendrá las agallas de meterse contigo. Bajo ese manto de
protección por supuesto que yo también baile con mis amigos, así que tan malo
no fue.
Inspiración
El sábado pasado regrese a la disco.
Comprobé nuevamente el fin de mundo y la pérdida de la identidad. El bartender
ya no atiende en boxers y fue removido por uno de esos paviperros de Spark que
son lindos, pero bruticos y de ambiciones simplistas. Las mujeres parecían
salidas de una versión nacional de ama de casas desesperadas. Todas, operadas,
explotadas y de gimnasio. Secretamente esperaba una escena tipo “¿MAMA que
haces tú aquí?”.
En eso un conocido me envió un mensaje:
“Con que estas rumbeando”, decía.
“Si, en VIP. Vente”, le respondí.
Entonces y luego de explicarme a donde
había ido, me escribió la palabra que sirvió de inspiración final para este
post:
“Mi plan original era ir a VIP. El sitio este al que fui era y que
heterosexual, pero estaba lleno de Masculigays”.
Masculigays… Cuando llegue el fin de
mundo espero estar cerca de un avión como en la película.
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